… si pienso y quiero que lo sea hasta cuando supere los 90 años
Una amiga me contó sobre su encuentro experiencia con una persona mayor, Luisa de 92 años con la cual le había encantado hablar y compartir sobre sus respectivas vidas.
Encontró a Luisa abierta a la vida, despierta y con facilidad de comunicación. Le preguntó cómo veía el hecho de tener 92 años y su reacción fue una gran sonrisa diciendo que le fascinaba vivir. Aunque, a veces le costaba mucho trabajo levantarse, comer, moverse y aceptar algunos dolores en distintas partes de su cuerpo, sin embargo, se sentía a gusto con su vida.
A veces no era fácil pero todavía se sentía bien consigo misma y tenía curiosidad sobre lo que está pasando en el mundo y le encantaba ver a sus nietos y compartir con ellos.
A Luisa la encantaba reírse de sus arrugas y, en general, de su edad. Se había creado una comunidad de amigos con los cuales se ayudaban mutuamente. Aunque no le gustara sentirse lenta, buscaba formas de hacer las tareas diarias de la casa de la forma más divertida.
Con su grupo de amigos compartía tareas de comprar juntos también para los demás y, a menudo también cocinaban en comunidad, para uno mismo y también para los demás.
Una amiga todavía conducía y les ayudaba en la compra y, entre todos, se reunían a menudo en casa de uno o de otro para comer juntos. Hasta tenían mucha variedad de comidas ya que siendo unos cuantos amigos, cada uno escogía lo mejor para compartir.
Luisa y otras amigas, de vez en cuando, subían para leerle a una vecina que se estaba quedando ciega y compartían otras actuaciones voluntarias de ayuda.
Se la veia contenta. Se daba cuenta, dijo, que antes o después tendré que dejar esta tierra pero hasta entonces quiero seguir disfrutando de las flores, de la naturaleza, de los árboles, de los pájaros, de los familiares y de los amigos. Cuando me toque sé que habré disfrutado todo lo que he podido…
