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Cabecera El Jubilado Feliz

No me puedo quejar

Ángela, una compañera de nuestro grupo de Yoga de la Risa, me envió este documento. Conozco a Ángela desde hace 7 años. Una mujer de 81 años, alegre, tranquila, y muy positiva.

Sabiendo que vive con un dolor de espalda constante debido a la artrosis y ver como acepta con tranquilidad su situación me causa gran admiración. Dos veces al año, la inyectan con un potente “antidolor”. Pero el efecto dura poco.

Nunca se queja. Al contrario, cuando le preguntas como está, dice con una sonrisa: ”No me puedo quejar”. Sus hijos y nietos la adoran. ¿Y quien no? a una persona que irradia felicidad y buen humor pase lo que pase. ¡Da gusto estar a su lado!

Para mí, ella es el ejemplo personificado de lo que os contaré en los siguientes puntos porque he comprobado en ella los resultados…

Hoy expulsaré de mi cuerpo todo pensamiento que me haga sentir mal conmigo y con los demás.

No me lamentaré, agradeceré el mundo así como es y procuraré encajar en él de la mejor forma.

No pensaré en el pasado para quejarme.

Si sucede algo que me desagrade no me mortificaré, buscaré lo que puedo cambiar y agradeceré lo que haya sucedido porque así se puso a prueba mi voluntad de aprender a ser más feliz cada día.

Seré cortés y agradable; evitaré juzgar y criticar.

Si veo que comienzo a criticar a alguien cambiaré la crítica por elogios de lo positivo de esta persona que voy descubriendo.

Todos tenemos defectos y virtudes y me fijaré en potenciar el reconocimiento de sus virtudes.

No guardaré rencor a nadie. Practicaré la ley del perdón.

Asumiré mi responsabilidad y no echaré a nadie la culpa de mis problemas.

Eliminaré la prisa y la indecisión y viviré con calma y con paciencia, consciente de que la prisa es un gran enemigo de mi vida.

Hoy no permitiré que el estrés y la impaciencia me abrumen.

Hoy tendré confianza en mí mismo y haré frente a mis problemas en el momento presente con decisión y valentía.

Hoy haré un bien a alguien ¿A quién? Buscaré a una persona para hacerlo sin que ella se entere. Sé por experiencia que hacer el bien a otros es un camino seguro para la felicidad.

Hoy me pertenece y tengo confianza en Dios que ayuda a los que luchan y trabajan.

No envidiaré a los que tienen más dinero, más belleza o más salud que yo.

Contaré mis bienes y no mis males.

Al llegar la noche comprobaré lo que he podido conseguir durante el día y le daré las gracias a Dios por premiarme con otro día de plenitud, serenidad y bienestar.

 

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