;
LinkedIn YouTube
Cabecera El Jubilado Feliz

Un gorro prestado

Esta tarde fui a la piscina municipal con mucha ilusión de refrescarme del calor agobiante y
nadar. Pero me quedé frustrado al llegar y darme cuenta que había dejado en casa el gorro obligatorio.

Me dirigí a un empleado, como había hecho otras veces, para que me prestara uno y así evitar tener que volver a casa a por el mío. El chico me dijo que lo sentía pero que la dirección ya no les permitía prestar gorros.

Sin embargo, me indicaba que podía comprar uno en la maquina en la entrada. Yo no había traído dinero, así que esta opción quedo descartada.

Le pregunté que podía hacer y él volvió a repetir que lo sentía mucho pero que no podía hacer nada.

Sintiéndome todavía más frustrado, me dirigía a la salida cuando se me acercó otro empleado, dando la vuelta a la piscina hacia donde yo me encontraba, y me ofreció un gorro prestado. Se lo agradecí muchísimo, me puse el gorro y me tiré al agua.

Mientras nadaba estuve pensando en la diferencia de comportamiento de los dos empleados.

Al terminar mi baño, busqué el empleado generoso, repitiéndole mi agradecimiento. Y él
puntualizó que si alguna otra vez me olvidaba el gorro, podía pedírselo, ya que me lo prestaría con mucho gusto.

Me fui a casa reflexionando lo poco que cuesta ser amable. Y lo bien que se siente al ser el receptor de esta amabilidad.

Foto: extraída del Blog de Franco Voli

 

(Si te ha gustado este artículo y quieres conocer mejor a nuestro blogger Franco Voli, puedes entrar en su página web a través de este enlace.)

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>