Vaya por delante que la considero una Ley necesaria absolutamente. Pero, claro, estamos en España y las cosas no se suelen rematar bien.
El primer problema que plantea es que no ha sido suficientemente dotada económicamente y en este País de las Autonomías, ya verán como se empiezan a echar unos a otros el pago de las prestaciones que la Ley reconoce: que si el Estado, que si la Comunidad, que si el Ayuntamiento. Los unos por los otros, la cuenta sin pagar…
Otro asunto que traerá cola, seguro, será a la hora de determinar los límites de ingresos económicos para poder disfrutar de las prestaciones gratuitamente. Seguro que, una vez más, habrá que ser pobre de solemnidad para poder entrar en ellas. Y es que yo me pregunto:¿no es justo que quien haya contribuido con sus impuestos tenga derecho a que la sociedad le retorne parte de ellos en forma de ayuda?.
Pero claro, lo demagógico (”políticamente correcto”, se dice ahora) es que en cuanto uno tenga cuatro perras, pues eso: ni catarlo (Véase como ejemplo las ayudas por hijo a cargo. Una familia numerosa no puede sobrepasar los 5.500 euros anuales para tener derecho a ellas). Lo dicho, pobres de solemnidad.
Igualmente, en lugar de comenzar todos a una, la Ley contempla un período de incorporación de los ”dependientes” de aquí al 2015.Cuán largo me lo fijáis. Más de uno se va a quedar a las puertas…
Y ahora viene lo para mí más gordo. Resulta que por ”dependientes” no se considera a los niños. Y yo me pregunto, entonces ¿qué es un recién nacido? Al parecer nuestros sabios legisladores los consideran autosuficientes. Si no fueran tan políticamente correctos, habrían caído en la cuenta (como han hecho en países avanzados socialmente, Francia, Suecia, Alemania…) de que la mejor política familiar consiste en medidas de apoyo a la maternidad con prestaciones para las madres cuidadoras de sus bebés, que entre otras cosas aseguran el relevo generacional y consecuentemente el que podamos cobrar nuestras pensiones…
¡Qué País!
