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El aparcamiento


Ahora que estamos en plena temporada de puentes y festivos que incrementan mucho el número de veces que los padres “aparcan” a los peques en sus casas para que estén con los abuelos, conviene hacer alguna que otra reflexión al respecto.

Como dice una buena amiga mía:  la suegra/o perfectos son aquellos que “no ven, no oyen, no hablan”. Así se evitan la mayoría de las discusiones y roces que inevitablemente toda convivencia comporta.

Y se alcanza tal perfección mayormente cuando están los nietos a solas con los abuelos. Se matan dos pájaros de un tiro: por un lado se evitan tales roces y por otro los nietos disfrutan más a sus anchas, sin tanta imposición ni prohibiciones. Con los “abus” todo es libertad y “vicio” (del bueno, naturalmente).

Cada vez estoy más convencido de la bondad de esta situación. No hay crítica que hacer sobre el hijo o hija político/a, sus costumbres gustos o maneras. Y además, los padres descansan más y pueden tener más libertad para hacer algún “extra” que con los peques muchas veces no se pueden permitir.

Uno de los momentos en que pueden surgir problemillas con los “aparcados” es cuando se les manda algo y ellos contestan “con papá y mamá no lo hacemos”… En tal caso, la cordura y buen sentido aconsejan no hacerlo ni imponerlo. Por poner un ejemplo (muy frecuente): vamos a misa, dicen los abuelos. Y ante el “no lo hacemos con los papis”, ¿qué hacer?. Pues muy sencillo: tragarse el sapo y, aún haciendo de tripas corazón, no llevarles a misa. Ello redundará en reforzar la autoridad materno/paterna, harto importante para su (buena) educación.

Otro de los secretos del éxito de la estancia en casa de los abuelos será el que estos se adapten a los nietos en el plan a seguir. Nada de veladas aburridas, con horas y horas ante la TV o cosas por el estilo. Los peques suelen querer “marcha” y por mucho que no nos apetezca, pues a ella… Películas infantiles, Teatros ídem., Musicales, Excursiones (mejor a pie que en coche), Circo, Zoo, muchas hamburguesas y si se pone a tiro, algún partido de fútbol, baloncesto o algo por el estilo. Siempre a gusto del consumidor (infantil…).

En lo que no hay que perder el norte y ser inflexibles es en la cuestión de horarios, que deberán ajustarse adecuadamente. Eliminar de plano, aunque no se tenga que madrugar, trasnochadas sin sentido. Y sin necesidad de pegarse ningún madrugón, que no hay por qué, tampoco que se queden hasta “las tantas” en la cama. No sabe igual de rico un buen desayuno “a su hora” que otro rayando con la comida…

Y finalmente, máximo control en el equilibrio de las dietas. Una cosa es no ponerles siempre un menú a base de verdura y pescado y otra que no prueben más que pasta y carne. Y dulces sin  límites y la fruta, ni probarla. Variedad ante todo, que les servirá, de paso, para ir acostumbrando el paladar a tomar de todo con equilibrio.

En el abuso de algunos y la falta de otros está el germen de obesidades, diabetes y demás desajustes de lamentables perjuicios para el futuro de su salud. En nuestras manos está…

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