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Cabecera La Hora de la familia

El ‘familiarismo’


El reciente caso del miembro del Consejo del Poder Judicial que contrató a su hija como secretaria ha hecho rebrotar de nuevo el tan cacareado tema de los enchufismos familiares.

En un país donde la propia Jefatura del Estado se hereda “democráticamente” (!) por razón de parentesco o que se llega a ser alcaldesa de la capital mayormente por ser la mujer de un ex-presidente de gobierno, no parece el más adecuado de los escenarios para refutar tal uso de la contratación “familiar”. Como siempre, somos dados a forzar al límite las cosas.

Casos similares a nivel internacional no han sido causa de escándalo ni rechazo. La actual presidenta de Argentina (esposa del ex) y Hillary Clinton (también ex), son dos preclaros ejemplos (claro que en éste último caso habría que ver si su marido llegó a ser presidente “gracias” a ella o si ella llegó a ser secretaria de estado por ser ex). Más bien, visto lo visto, me inclino por lo primero…

Volviendo a nuestros lares, creo que hay que saber distinguir el trigo de la paja. Quiero decir que si alguien es válido y capaz, no hay por qué rechazar la posibilidad de ser contratado por algún pariente. Otra cosa es que el C.V. no acompañe. Como caso más relevante sobre este último supuesto cabría señalar el de la hija de Manuel Chaves.
Realmente una joven licenciada sin apenas experiencia contratada como “asesora”. Ese sí que fue un caso sangrante. Y por ello acabó como acabó…

Pero el caso del miembro del Consejo del Poder Judicial lo veo distinto. Una secretaria no es un puesto de alta dirección. Y al parecer, la hija sí que reunía elementos de aptitud para el puesto. Y además, “secretaria” viene de “secreto”. Así que quién mejor para ocupar ese puesto que la propia hija…

Yo mismo en su momento tuve la ocasión de contratar para una empresa propia a un hijo mío como delegado en una zona. ¿Alguien  mejor para gozar de mi confianza?. Por eso no me ha parecido adecuado que el mencionado miembro haya acabado, vencido por la presión, despidiendo a su hija.

Respecto a los llamados cargos públicos y llevando el tema al extremo, por ese camino sólo podrían ocuparlos personas sin mujer (o marido), hijos, hermanos, padres ni demás familia…

Una “rara avis”, vamos.

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