Entre tantas noticias de corrupciones, mangoneos y demás farándulas, recientemente se ha producido una muy importante y a la que, por desgracia, no se le ha dado la importancia y trascendencia que el asunto en sí tiene.
Según el INE, a partir del año 2017 en España comenzarán a haber más defunciones que nacimientos. El tema es tremendo y tiene unos efectos devastadores para el propio futuro de un País.
A decir verdad, ya estamos en ese déficit de nacimientos hace tiempo. Se ha venido solapando con los nacimientos habidos de inmigrantes, hasta equilibrar la balanza. Pero como se está produciendo el regreso masivo de ellos (y la llegada cada vez menor de otros nuevos), pues como digo las cuentas van a entrar en déficit. Es lo que se denomina “invierno demográfico”.
Ya es sabido que éste (y los otros) Gobiernos apenas se preocupa del futuro. Vive literalmente “al día”. Y ya se sabe a dónde conduce una política con falta de previsión…
Como una voz que clama en el desierto, el FORO ESPAÑOL DE LA FAMILIA ha instado al Gobierno a constituir un Comité de expertos que promueva tomar la imprescindible serie de medidas para paliar/solucionar el terrible problema. Me temo, como de costumbre, lo peor. Tal vez lleguen a constituirla. Pero, de ahí a poner en práctica las medidas…
Uno de los efectos más importantes que se van derivando de ese transmutarse las poblaciones, como consecuencia de ir mayoritariamente siendo la población inmigrante cada vez más numerosa que la autóctona es la de pérdida de lo que se denomina identidad nacional: lengua, cultura, costumbres, religión, son los aspectos que más seriamente se van mutando, transformando y perdiéndose.
Tal vez estamos asistiendo al inicio histórico de otro cambio en nuestro suelo patrio. En la línea que en su día y a lo largo de la historia supusieron los cambios de otros pueblos y razas anteriores: íberos, celtas, alanos, godos…Y así, algún día se podrá llegar a estudiar en los libros de historia: “aquéllos pobladores de España desde el siglo X al XXI, blancos, muy habladores, taurinos, de sangre caliente, católicos y que hablaban el español”…
El caballo de batalla sobre el que gira toda política de apoyo a la natalidad pasa por dos ejes: la conciliación de la vida laboral/familiar y la consideración de la MATERNIDAD con todos los derechos sociales (subvención por hijo a cargo hasta su mayoría de edad, seguridad social, etc.).
Sólo así, impulsando decisivamente ambos aspectos, se consigue un auténtico efecto positivo de incremento de natalidad y consecuente equilibrio inter generacional. Solucionar el problema, en suma.
Claro que, mientras se siga apoyando, financiando e incentivando el aborto, las separaciones matrimoniales, las políticas laborales “presenciales” en la Empresa con jornadas interminables, y el uso de todos los medios anti conceptivos, entre otras zarandajas anti natura,
¡apañados vamos!…
