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El Papa cuervo

La llegada del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio a la Cátedra de San Pedro está llena de novedades.

La primera, tratándose como se trata de un sacerdote “cercano”  al pueblo y con sangre argentina, no podía dejar de ser que sea un buen aficionado al fútbol. Hincha y socio del San Lorenzo de Almagro, a cuyos seguidores se les conoce como “cuervos”.

Me da el pálpito que tienen mucho que ver con nosotros, los sufridos “colchoneros” del Atlético de Madrid. Por algo compartimos la mitad de los colores (ellos rojo y azul, nosotros rojo y blanco). Y somos también “los terceros”. Sin las grandes fortunas que acompañan a los “grandes”, Boca y River allá; Real Madrid y Barça acá. Sencillos, pobres, sufridores al fin (como Cristo, por ejemplo…).

El Papa Francisco habla español. No es el primer Papa de la historia, pero más de cuatrocientos años  desde el último “Papa parlante”  de la segunda lengua universal (primera del catolicismo), se antojaba muchos años…

Hablando de idiomas, creo sinceramente que ya es hora de que  deje de ser el Latín la lengua oficial de la Iglesia. Nadie en el mundo lo habla ya. Cuando se instauró tuvo su razón de ser. Hoy ya no. Hoy  parece más lógico y aconsejable expresarse en alguno de los dos idiomas más universales: inglés y/o español. ¿Para cuándo se romperá esta barrera del idioma?: ¡Ánimo,  Papa Francisco!.  “Lo tenés  façil”…

Otro elemento nuevo y atrayente es el de su condición de Jesuita. Sin duda que  ser Jesuita imprime carácter.  El Cardenal Bergoglio ha dado muestras más que suficientes de tenerlo.  Su radical enfrentamiento a leyes abortivas y permisoras del llamado matrimonio homosexual así lo atestiguan. Defensor, pues, de la FAMILIA en su auténtica acepción. (¡Ya me tiene ganado!…).

También son síntomas de reciedumbre  su decisión de vivir austeramente en un piso, nada de palacios arzobispales. Y la de trasladarse  en transporte público, nada de coches ni chóferes que valga. Y la de preparase él mismo la comida, nada de  prescindibles cocineros ni camareros. Estoy deseando que venga a España y les de un repaso a nuestros próceres politiquillos sobre estos asuntos. Tienen mucho que aprender de alguien así…

Otro tema. También se habla mucho del escabroso asunto de la pederastia, que tanto daño ha hecho a la Iglesia Católica. Pues bien, estoy convencido  que la mejor solución, condenas aparte naturalmente, sería la de permitir casarse a los sacerdotes.

No es que vaya a justificarlo, por supuesto. Pero pienso sinceramente que en muchos de estos lamentables casos habidos, incluías también las rables relaciones entre hombres, pululaba un cierto estado de “insatisfacción sexual”. Entiéndaseme bien, repito…

Incluso también pienso que el celibato es una causa de pérdida de muchas vocaciones sacerdotales, de las que tan necesitadas está la Iglesia. Se matarían, pues, dos pájaros de un tiro. No hay que escandalizarse. Tiempos ha habido en que estuvo permitido el matrimonio. Y en ningún sitio del evangelio se dice lo contrario…¡Ádelante FRANCISCO!.

Y termino este repaso de urgencia hablando sobre la Curia. Nadie mejor que él para  saber que los mejores cardenales son los que proceden de los barrios, de las parroquias, de los que han estado en contacto directo con el pueblo. Hago, pues, votos porque para el próximo Cónclave no haya más de cinco o seis Cardenales de la Curia. El resto sobra. Que opinen ( y voten) los que saben de verdad lo que ocurre (y se necesita) en la calle…

Evidentemente  se que estoy planteando cuestiones de gran calado y no fácilmente  cambiables. Pero me da el pálpito que éste jesuita argentino va a ser el gran Papa de los cambios.

Al tiempo.

¡Dios le bendiga, Santo pibe!

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