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Cabecera La Hora de la familia

La consorte


Lamentablemente  la actualidad nos llena de casos de escándalos, corrupciones, bagatelas y demás lindezas que muchos “pájaros” con vidas no muy rectas salpican nuestro panorama.

Y seguramente como consecuencia de un ramplante machismo que azota a esta sociedad que vivimos, casi siempre aparece una  mujer “sufridora”, la que comparte (o compartía) la vida en común con el sujeto.

Son consortes sufridoras que, según suelen declarar, eran ajenas a los tejemanejes de sus parejas. Y cuando eran conscientes de ello, pues generalmente los sufrían en silencio, y en paz. Como digo, al estilo del más puro y rancio machismo.

Ejemplo al más alto nivel es el de nuestra Reina Sofía. Aduce que no mandó a hacer puñetas a Juan Carlos, “en aras de preservar la Institución” (sic). Aunque bien mirado, no se por qué se tendría que venir abajo; si ella realmente estaba (como estaba) harta de la infiel y “borbonera” vida de su marido, pues haberle dejado con su corona y todo. ¡Que se la hubiera comido con patatas!, digo yo…

Una circunstancia que también es muy frecuente en las susodichas consortes es la de que “no sabían nada”. El caso más llamativo es el de la Ministra Mato, quien por no saber, ni sabía quién pagaba las fiestas de sus niños, o el coche de la casa, por ejemplo. En fin…

Otra que al parecer tampoco sabía nada era la Infanta Cristina. Urdangarín campaba a sus anchas con total libertad, al parecer. Claro que lo que me tiene más que mosca es si tampoco se enteró de que tenía el 50 % de la sociedad a donde se “desviaban” los “beneficios” de NOOS. Me imagino que en su momento dirá que no sabía lo que firmaba ante notario. Cortita que es la chica…

Maite, la mujer del ex alcalde de Marbella Julián Muñoz, tampoco sabía nada. En todo caso, que veía unas bolsas de basura llenas de billetes. Pero claro, eso es algo frecuente y normal en toda casa de vecinos, por lo visto…

Y otra que también veía bolsas llenas era la pareja del hijo de Pujol. Hasta que harta, por lo visto, de que nunca compartiera nada con ella, “cantó”. ¡Ya está bien, se dijo, de que lo ingrese todo para él en el Banco!…

La mujer de Bárcenas, tampoco sabía nada. Sí que le veía con muchos sobres. Pero seguramente la ingenua de ella pensaba que los llevaba para mandarle  postales desde las estaciones de esquí a las que acudía frecuentemente y desde los altos picos que escalaba.

La Sra. de Mulas también debía creer que usando un seudónimo libraba a su ex de pasar por el difícil trago de contratarle (y pagarle) a ella misma sus escritos. ¡Buena persona que debe ser la ínclita!…

Podría hacer interminable este comentario/retaíla de asuntos impresentables y lamentables. Son decenas y decenas de casos. Sólo me queda una reflexión personal:

Debo ser gilipollas. Mi mujer se entera de todo…

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