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Cabecera La Hora de la familia

Las penas de un señor mayor


A un hombre ya entrado en años le está entrevistando una periodista de “Callejeros” en un jardín mientras van dando un paseo.

El hombre entrevistado se expresa del siguiente modo:


Soy hijo de exiliados. Hasta los 27 años y poco antes de la transición, no pude volver a España por culpa de Franco.

A mi padre, pobrecito, no sabíamos ni donde enterrarlo. A mi santa madre la teníamos en silla de ruedas.

Ahora tengo 73 años, hace poco me quitaron el 30% de un pulmón. Consecuentemente tuve que dejar de fumar y como consecuencia de reiteradas lesiones en las rodillas, ando con dificultad y pierdo frecuentemente el equilibrio.

Mi mujer es emigrante, tengo tres hijos con ella. Sólo trabaja la mediana, pero lo hace de una forma solidaria, con apenas retribución.
Todos, incluídos los nietos, viven de mis ingresos. El marido de la mayor dicen que se dió a la bebida y las drogas, terminaron separándose y dejándola con dos niños pequeños.

El pequeño aún no se ha ido de casa. Se ha casado con una divorciada y la ha traído a vivir con nosotros. Esta señora antes ocupaba un puesto muy importante y ganaba bastante dinero; pero al casarse dejó el trabajo y no hace nada. Ahora tienen también dos niñas que viven bajo nuestro techo.

Para colmo, el marido de la mediana anda metido en líos con la Justicia. Ha perdido el trabajo. Al enterarme de todo ello me dio un desmayo y casi me saco un ojo al darme con una puerta.

Con este desolador panorama no veo ni de lejos el poderme jubilar y dedicarme a disfrutar de la vida como  los millones de ciudadanos que han tenido la suerte de poderlo hacer.

Un amiguete que tuve hace años me había regalado al morir un barquito que, aunque estaba ya muy viejo, me permitía darme algún paseíllo por el mar, algo que me encanta. Pero ante tanta ruina, he tenido que venderlo como chatarra. Y el chatarrero que lo compró ha hecho con él una escultura que ha puesto en mitad de la plaza mayor. ¡Me da una pena enorme mirarla cada vez que paso por ella!…

Mi mujer, como me ve hecho unos zorros está muy triste y huye de mi compañía y se pasa largas temporadas en casa de su hermano y su cuñada. Dice que le sirve de consuelo ante tantas desdichas.

Ha tenido que ponerse en  manos de un psiquiatra. Al acabar la última sesión el otro día, le dijo el doctor: “Bueno, la semana que viene empezamos con el inconsciente”. Y ella le contestó: “No se si podrá; mi marido tiene la agenda muy cargada”. (Tremendo…).

Al finalizar la entrevista, la periodista pone cara de asombro y contesta: “Majestad, no creo que su situación sea tan mala. Las hay peores”.

El señor mayor sonríe borbónicamente…

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