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Cabecera La Hora de la familia

Mmm… Santa… ¿qué?

Lo de “Santa Claus” tiene también guasa. No hay otro hombre santificado al que se le llame “Santa”. Y todo porque los emigrantes holandeses a N. York, allá por el siglo XVII chapurreaban el inglés, y de su “SINTERKLAAS”(San Nicolás) en neerlandés, empezaron a decir “Santa Claus”. Y hasta ahora.
                                                   
Pero la falsedad que sobre el personaje se ha montado no acaba con lo de su nombre. Resulta que el auténtico San Nicolás (obispo católico nacido en Antioquia en el siglo IV) es verdad que daba golosinas a los niños, pero no sólo en Navidad, sino durante todo el año; y su desprendimiento llegaba también a los mayores, a los que daba todo lo que tenía…


Esta es la historia real y nada más. Aunque vino a ser un Pastor protestante, Clement C. Moore en 1.823 quien escribió una fábula, basada en un dios (con minúscula) de los paganos (Odin) del que se decía viajaba en trineo, y ¡zas!, invento al canto y a correr la fábula. Y hasta ahora…Mejor dicho, hasta 1.931 en que la Coca-Cola, siempre ojo avizor con el marketing, encargó a un dibujante que colorease en su rojo llamativo de la Coca a Santa Claus y así publicitar mejor. Incrementar las ventas Coca Cola y famosear Santa Claus fue todo uno.


Con estos antecedentes tan poco católicos, que es mi religión, me resisto a engañar a mis más pequeños descendientes. Su inocencia no merece tales artimañas comerciales. En consecuencia, en casa sólo vienen los regalos de los Reyes Magos. Ellos sí que existieron de verdad y sin falsas historias-montajes comercial-literarias a su alrededor. (Si alguien todavía tiene dudas de su existencia, acuda a la Catedral de Colonia y creerá…).


En estas fechas navideñas en que los peques de la casa nos piden que les contemos historias y cuentos, yo a los míos siempre se lo he contado así. Y con ello, aparte de no faltar a la verdad (que es lo importante en su formación), acreciento su deseo de los juguetes que el día 6 de Enero, de madrugada, les harán el día más feliz del año, traídos por esos maravillosos e insustituibles pajes de aquellos Reyes de Oriente que hace 2007 años se los trajeron al niño más pobre y a la vez poderoso del Mundo.


Esos pajes, aunque el tiempo les va haciendo tener canas, no pierden la ilusión que se incrementa de año en año cada vez con mayor fuerza a medida que  aumentan sus “clientes”…

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