En primer lugar, la ingente cantidad de personas que en muchos lugares, sobre todo del Mediterráneo, han llevado a las autoridades locales incluso a establecer un horario de “cogida de sitios”. Nunca antes de ¡las ocho de la mañana!.Vamos, que había quien literalmente se pasaba la noche en vela esperando pillar un buen sitio, cerca de la orilla…
Después viene lo de la consabida suciedad del chiringuito. Vasos y platos plastificados, personal atendiéndoles cuya limpieza deja mucho que desear e incluso lavados en barreños asquerositos donde se acumula un agua semi estancada, eso sí, con mucha lejía añadida…
Lo de las músicas estridentes, reiterativas y empalagosas no ayudan precisamente al descanso y la relajación…
Si uno quiere nadar un poco mar adentro, el riesgo que corre con las lanchas a cien por hora conducen a desistir de intentarlo por no morir en el intento, literalmente hablando…
Las medusas forman ya parte del paisaje. Son “una más” en las familias playeras.Y las escoceduras que causan se las traen….
Lo de los socorristas también merecen capítulo aparte. Todo es hablar entre ell@s repasando la velada anterior o la movida que se avecina esa misma noche. Como pase algo a alguien, mejor que Dios nos pille confesados. Cuando se quieran dar cuenta…
Y para finalizar, las cafeterías y restaurantes. Aparte de un servicio generalmente muy deficiente, lo que no resultan tan bajos son los precios. Ochocientas de las antiguas pesetas (cinco euros) por un simple refresco o tres mil doscientas (veinte euros) por una comidita del día son usuales y frecuentes en establecimientos de escaso número de estrellas…
En fín, que me reafirmo (por desgracia) en mi tesis. La Playa, de Octubre a Mayo…
