;
Cabecera La Hora de la familia

Querido mío

 

Recibo esta adorable carta de la adorable mujer con la que llevo más de 40 años compartiendo la vida. El mejor regalo por SAN VALENTIN…

Querido mío,

Viéndote cada mañana arreglarte frente al espejo, siento pasar por él nuestra larga vida en común. Viendo cómo sigo queriéndote, amando, deseando. De aquél cabello negro que tanta atracción sentía a estas entre canas que te hacen más interesante, más atractivo, más mío…

Sigo enamorada de tu mirada, de tus arrugas, de tu virilidad que envuelve como un halo tu sola presencia. Tu estar, tu sentir, tu oler… Has sabido mantener lo que una mujer más valora en su compañero vital: la fidelidad. Yo he sabido apreciarla y agradecerla. Y también has hecho un esfuerzo continuo al procurar ofrecerme detalles de dulzura, y comprensión, procurándome atenciones en aquello que sabías me hacía más feliz. Por pequeño que fuera el hecho, el detalle. Amor, en suma. Día a día, noche a noche, hora a hora…

También noto (siento) cómo te afanas en seguir siendo amable. Mostrarte siempre “a disposición”. Evitando un mal gesto. Sabiendo anteponer mis deseos a los tuyos, llegado el caso. Aunque no te apetezca, aunque no lo desees, aunque no quieras. Si me apetece, deseo o quiero, siempre dispuesto, siempre “ahí”…

Ya se que no tienes las fuerzas físicas de antaño. Pero lo superas con gallardía, con esfuerzo, con ganas de no defraudar, de no fallar. De acudir a todo lo que sabes me puede hacer feliz. No hace falta ya que te muestres el más fuerte ni el más listo, ni siquiera el mejor.

Me basta con tu voluntad permanente, incansable al desaliento, para seguirte valorando como mío, como único, como el que más sigo amando…

Sabes que desde siempre he sentido mucho amor hacia mis seres queridos. Continuamente supiste respetarlos y con ello respetarme a mí misma. Aceptándoles como eran. Sin doble cara. Sincera, honestamente. Como a mí me gustaba que los vieras. Simplemente, porque a mí me gustaba como eran…

Con el pasar de los años aquellos seres fueron sustituyéndose por nuestros hijos y posteriormente por los nietos. Extensión en el tiempo de nuestro inicial amor. También has sabido, amado mío, mantener nuestro amor y desvelo compartido para con ellos. Con desprendimiento, continuidad y permanencia en satisfacer sus deseos y necesidades. Como sabías que yo quería, como yo deseaba, como me hacía plenamente feliz…

Ahora que disponemos de más tiempo disfruto aún más cada día, cada hora, cada minuto en tu compañía. Continúo viéndote sin perder la sonrisa, sin perder el ánimo, sin perder la ilusión de vivir, de soñar, de seguir viviendo el pasado, el presente y el futuro de un tirón, de un deseo permanente de compartir, que es la mejor manera de amar siendo amado, como bien lo sabes tú, querido amigo…

Amigo, marido, compañero de todo, en todo y para todo. De lo bueno y de lo malo. De lo deseado y de lo imprevisto. De lo vivido y de lo soñado. De lo buscado y de lo encontrado. De lo que, en suma, significa dar sentido a la vida. Al por qué de las cosas. Ayudando a que todo tenga un sentido, un por qué y un para qué…

Sentido de vivir, de seguir estando, de seguir sintiendo, de seguir amando…

Gracias mi Amor.

Eternamente tuya,

C.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>