Llegamos a la última entrega analizando las relaciones entre la llamada “familia política”, la que se puede denominar como de “máxima tensión”: generalmente, o es excelente o…
Seguramente la base fundamental del por qué de tal situación extrema venga dada por dos circunstancias: por un lado, para la suegra la de considerar que “la otra” le ha “robado” el niño de su alma…Y por otra, desde el otro ángulo, que “como mi madre, ninguna”…
Obviamente, si la suegra tiene más de un hijo y/o la nuera, por desgracia, ya no tiene madre, la difícil situación de partida puede verse de hecho “suavizada”…
Como las relaciones entre los seres humanos son ya de por sí curiosas y sorprendentes muchas veces, pues también suele ocurrir que cuando el “feeling”entre suegra y nuera se produce, significa una relación profunda y de gran calado, magnífica en suma y que trae como consecuencia un alto grado de placer para el “afectado” en mayor grado (el hijo/marido)…
Otra derivada muy importante en esta relación es la que hace referencia a la existente entre ambas consuegras. Si “se caen bien”, la cosa puede ir sobre ruedas. Pero ¡ay amigo!, como sea al revés, para qué contarte. Doble problema al canto…
En la escenografía del día a día, suelen entrar también en escena los respectivos “abogados/defensores” de cada parte (los consuegros).Se les pone mayormente en un brete. Y aunque piensen que la razón le asiste a “la otra”, por no buscarse un nuevo lío, optarán por darsela a la parienta y así, aquí paz y después gloria.
He citado anteriormente al “sufridor” (beneficiario a veces) de la relación entre madre e hija política. Pues bien: generalmente se encontrará entre dos espadas: o tira hacia su madre, o hacia su mujer. En muchas ocasiones la cosa tendrá bemoles. Y en plan diplomático sólo tendrá una salida: aducir una reunión o viaje de trabajo y poner pies en polvorosa.
No le quedará otra…
