;
Cabecera La Hora de la familia

Treinta y cuatro cursos

Mi mujer y yo cumplimos en éste mes de Junio nuestro trigésimo cuarto aniversario como padres de alumnos. Desde que hace treinta y cuatro años comenzó su periplo escolar nuestro hijo mayor, hasta la reciente finalización de sus estudios universitarios del menor, acontecido como digo este mismo mes.

Uno siente que la vida le ha cambiado profundamente cuando dejas de ser lo que yo denomino “estudiante pasivo”: pendiente de notas, triunfos, fracasos, acontecimientos en suma siempre relacionados con los estudios y la vida del estudiante e hijo, que siempre debe ser  del mayor interés para ellos y para sus padres, naturalmente.

Me vienen a la memoria multitud de recuerdos y anécdotas de todo tipo. Desde los primeros escarceos de charlas con profesores, pasando por implicaciones en las APAS y terminando por la enorme satisfacción que se siente cuando alcanzan títulos. No tanto como ellos mismos, naturalmente, pero casi  casi…

Ya ni me acuerdo de los planes de estudio (sobre todo en el ámbito escolar) por los que hemos pasado a lo largo de estos años. Desde luego, muy distinto a nuestro único plan: bachillerato, Preu y carrera de cinco años. Simple, clara y sobre todo en búsqueda del mérito y el esfuerzo, nada de “ir pasando” en la cultura de la mediocridad…

Aunque ellos (nuestros hijos) nos están muy agradecidos, pues saben el esfuerzo (económico) e interés que siempre su madre y yo hemos tenido por su día a día estudiantil, el mérito es exclusivamente de ellos.

En sus años de colegio, intentando ser disciplinados, obedientes, responsables y ordenados. Y ya en el ámbito universitario sabiendo, además de todo aquello, buscarse la vida para, además del estudio sacarse unas perrillas para sus gastos. Nada más lamentable que un “tío con toda la barba” o una “moza, toda una mujer” pidiendo una “paguilla” como si de un crío/a se tratase. También en esto estamos muy  orgullosos de ellos…

Se acumulan en el recuerdo cientos de anécdotas. Pero a modo de referente, voy a relatar precisamente la última vivida.

Como digo, mi hijo menor acaba de licenciarse. Y comenzado a buscar su primer trabajillo, de becario al uso. Pues bien, según nos cuenta su mayor “mérito” en las entrevistas que ha realizado en varias empresas al respecto, ha sido el de su “disponibilidad inmediata a incorporarse al trabajo”.
 
En la mayoría de ellas le decían que muchos otros aspirantes ponían como excusa que “hasta después del verano” no estaban dispuestos a incorporarse. Con la que está cayendo, tremendo, ¿no?. Pues tal cual…

En fin, queridos hijos nuestros: ya sabéis que aunque ya no seamos “padres en activo”, siempre  nos tendréis disponibles para con los vuestros en cuanto de nosotros podáis necesitar.

Hasta que Dios quiera, naturalmente…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>