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Cabecera Me Viene A La Memoria

VAMOS DE PASEO EN UN AUTO NUEVO

Era el año 1957, hace cincuenta años. Las calles y las carreteras de España comenzaron a verse invadidas por algo que permitía el desplazamiento de las personas haciéndolas libres de movimientos, independientes en cuanto al tansporte colectivo y beneficiadas climatológicamente con respecto a la, hasta entonces, popular Vespa. Había nacido el 600, el coche fabricado por la empresa Seat. Un coche familiar, a pesar de sus reducidas dimensiones porque pasó a convertirse, de inmediato, en el elemento común de las familias medias españolas. Llevar a los niños al colegio, hacer la compra, acompañar a la abuela al médico, hacer excursiones los fines de semana y sobre todo, ir de vacaciones sin tener que exponerse al vaivén del tren o el traqueteo del autocar. Todo ello a pesar de las dificultades para adquirirlo, que eran su precio, ya que no todo el mundo disponía de las 60.000 pesetas que aproximadamente costaba, y el tiempo, bastantes meses, que se tardaba en entregarlo dada su enorme demanda. Pero al final se conseguía y España, motorizada, se aproximaba al progreso del siglo XX. ¡Ya tenemos coche! Se trataba de un paso más en el sector del automóvil ya que, con esa consideración, a pesar de su condición miniaturista, estaban el Biscuter, el Isetta y el Clúa que no tardaron en ser anulados por el recién nacido.


El 27 de junio de 1957 comenzó oficialmente la fabricación del 600. Poco antes se hizo la entrega del primer ejemplar que, según los comentarios, fue para el hijo del capitán general Muñoz Grandes, Agustín, como su padre, hoy teniente general. Hace pocas fechas, pensando en este post, le comenté este asunto y me aseguró, pidiéndome, además, que lo aclarara, que esa versión no es cierta. “Pues bueno era mi padre para aceptar regalos”. Por mi parte, me limito a transcribir las dos versiones.


Medio siglo después, además de lo que supuso el que la sociedad española se motorizara, el 600 es una sucesión de anécdotas. Refugio de parejas enamoradas, medio para desplazarse lo mismo a Perpignan para ver películas porno, que para peregrinar a Lourdes, medio para facilitar el trabajo a los que estaban obligados a desplazamientos constantes, viajes de novios, signo de apriencia social… Por mi parte tengo la mía ya que a los pocos años de aparecer, recién cumplidos mis veinte,  disfruté de un 600. Casi dos años después de adquirirlo un primo mío, aficionado a los coches, me preguntó si gastaba mucho aceite. Le contesté, en mi ignorancia sobre el tema, que yo le echaba gasolina. Me aclaró el significado de la pregunta y fue cuando me enteré sobre la necesidad del aceite, cada determinado kilometraje, para la lubricación del motor. Lo aprendí entonces y mi 600 tampoco debía de saberlo porque nunca protestó.


Esta anécdota confirma la fama de que gozó la simplicidad de su mecánica capaz de ser reparada por cualquier aficionado a las chapuzas. El 600 lo admitía todo. Lo mismo que de su mecánica puede hablarse de su capacidad. Incomprensiblemente se introducía en él toda una familia numerosa, incluídos los abuelos, el perro y la jaula del pájaro. Arriba, en la baca, infinidad de maletas y cajas conformando el equipaje necesario para disfrutar de unas vacaciones en Alicante o en casa de unos familiares en algún pueblo de la geografía española. El 600, aunque despacio, llegaba a cualquier sitio. Sacaba fuerzas de su extremada flaqueza y acaba consiguiendo el propósito de sus exigentes propietarios. No obstante, sólo con el conductor y en terreno llano superaba los 100 km/h. Sin air bag, ni aire acondicionado, ni dirección asistida, ni navegador de a bordo, ni bluetooth, ni GPS, ni casi nada en cuanto a prestaciones; lo imprescindible, pero cumplía con su misión que era trasladarnos de un lugar a otro.


El 600 de segunda mano es una pieza cotizada por los coleccionistas y hoy en día, todavía vemos algún ejemplar rodando por alguna carretera o alguna calle conducido por un nostálgico, siendo varios los clubs del 600 que organizan rallys. Al verlo, como desafiando al tráfico, no podemos evitar una sonrisa igual que si hubiéramos encontrado a un amigo al que no viéramos hace tiempo. “Mira, un 600”, y nos vienen a la mente tantos y tantos recuerdos. De viajes, de aventuras, de momentos, de familiares que ya no están, de amigos que fueron… muchos pensamientos en los que el protagonista, de una u otra manera, fue nuestro primer coche, lo que lo hace entrañable.


En 1973 el 600 dejó de fabricarse pero, como tantas otras cosas, personas y situaciones afectadas por el olvido, es parte de historia reciente de España.


La mayoría de vosotros seguro que gozó de un 600. ¿Qué recuerdos tenéis de él?

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