Todos los días sale algo en la prensa sobre Pokemon Go, el videojuego Japonés de realidad virtual que está entusiasmando a mucha gente.

Precisamente en estos días he recibido el siguiente mensaje de mi amiga Laura que vive en Miami:

“El lunes por la tarde fuimos mi marido Phillip y yo con los 3 chicos (2, 4 y 9 años) a un parque cerca de la playa para cazar Pokemons. Estábamos todos muy ilusionados con esta nueva aventura.

Había más de 300 personas en la playa y unos 100 coches aparcados. Algunos de los coches que habían aparcado en la arena se habían atascado. Uno de ellos estaba hasta el tubo de escape en la arena.

Nosotros siempre llevamos una cuerda de remolque en nuestra camioneta justamente pensando en ocasiones de este tipo y mi marido Philip preguntó al dueño del coche atascado si le podía ayudar. Él ya había llamado a una grúa, pero aceptó con gusto la oferta de Phillip ya que las grúas cobran caro. Nos pusimos manos a la obra y conseguimos sacar el coche con nuestro minivan. El dueño nos lo agradeció un montón. Nosotros volvimos a hacerlo con otro coche también atascado.

También había un camión demasiado grande y pesado para que nuestro minivan pudiera sacarlo de la arena y esta vez una veintena de personas de entre el público, animadas por nuestro ejemplo, arrimaron el hombro para ayudarnos a empujar el camión y hacer posible moverlo con la ayuda de nuestro vehículo.

Para nosotros fue una magnifica experiencia y mucha gente, cuando nos marchamos, nos felicitó por nuestra buena voluntad.

Durante el camino a casa conversamos con nuestros hijos sobre lo que había ocurrido. Todos estábamos de acuerdo en que ayudar a la gente era mucho más divertido que cazar a las criaturas de Pokemon.”

Lo que a mí me llamó la atención de la vivencia de Laura y su familia es que los niños, aunque pequeños, se dieron cuenta por si solos de lo bien que se sintieron ayudando a los demás.

Enhorabuena, Laura y Phillip. Os felicito por cómo vais compartiendo vuestros valores con vuestros hijos.