Cuando das algo con pasión y alegría, como hacen algunos músicos en el metro, la gente recibe el mensaje y les responde con cariño y emoción.
Volviendo del cine con mi mujer, encontramos en el metro dos músicos que tocaban una rumba. Uno alto, el guitarrista, cantaba y tocaba con toda su alma, el otro le acompañaba con el tambor con un ritmo que te llevaba a levantarte y empezar a bailar. No lo hicimos pero nos quedamos con la gana.
Los dos, con caras sonrientes, captaron inmediatamente la atención de todos los pasajeros. Se veía que disfrutaban lo que hacían. Proyectaban pasión por su arte. Hacían vibrar todo el vagón con su alegría y entusiasmo.
Las caras de los pasajeros se iban iluminando, lo que no suele ser muy usual en el caso de los músicos en el metro.
¡Eran actores! Estaban actuando en un escenario que era el vagón del metro. Eran protagonistas que disfrutaban a tope lo que hacían y hacían disfrutar a los que recibimos el regalo de su música.
Cuando dejaron de tocar y pasaron por el coche, los pasajeros les devolvían la sonrisa y muchos sacaron unas monedas para dárselas. Una mujer aunque tuviera prisa, se les acercó desde el fondo del vagón para darles algo. Yo les di las gracias y mi enhorabuena.
En el camino a nuestra casa, con mi mujer comentamos que está muy claro que, en cualquier contexto, cuando das algo con pasión y alegría, como hicieron estos dos músicos, la gente lo aprecia, se siente bien y responde.
