Recientemente, leí un artículo del New York Times con el título que traduzco literalmente: ”Optimismo llevado al absurdo: una fórmula para vivir una larga vida”.
Lo que me llamó más la atención en este artículo fue un estudio sobre 4000 personas de más de 50 años, publicado hace poco en una revista de gerontología norteamericana, donde se demostraba que tener una idea positiva sobre el envejecimiento tiene una gran influencia positiva sobre la longevidad de las personas que lo aplican en su vida diaria. Los participantes en el estudio notaron un notable aumento en su calidad de vida y su felicidad.
Las buenas noticias son que se puede aprender a ser optimista siguiendo unas pautas muy sencillas:
- Todos podemos empezar por reconocer un evento positivo cada día, saborearlo y compartirlo con otra persona, o escribirlo en un diario.
- Llevar un diario de agradecimiento, anotando cada día las cosas por las que nos sentimos agradecidos. Pueden ser cosas tan sencillas como despertarnos por la mañana todavía vivos y coleando; tener acceso a agua corriente; tener comida suficiente; tener amigos a quienes podemos ayudar a ser más felices, y un larguísimo etc.
- Mostramos nuestra verdadera fuerza cuando aceptamos nuestras debilidades. Esto nos ayuda a ser más compasivos con los demás, y menos exigentes con nosotros mismos, sentirnos mejor y ser más optimistas.
- Practicar pequeños actos de bondad cada día sin esperar nada a cambio. Hay que probarlo para experimentar las emociones de plenitud que resultan cuando lo llevamos a cabo.
- Practicar el Mindfullness (plena conciencia), enfocándonos en el momento presente en vez de lamentar el pasado o preocuparnos por el futuro.
Me alegro que estas noticias se vayan difundiendo cada vez más porque desde mi propia experiencia sé que es posible ser más positivo y más feliz y quizás vivir más tiempo. Personalmente, dentro de dos meses cumpliré 89 años, y me encuentro estupendamente.
