“Yo he descubierto que soy un hombre rico, inmensamente rico: Tengo vida, y salud y soy consciente de que este es un gran dono que tengo que agradecer y lo hago cada vez que puedo.
Tengo una familia, una pareja adorable que al entregarme su vida me dio lo mejor de la mía; hijos maravillosos de quienes no he recibido sino felicidad; nietos con los cuales ejerzo una nueva y gozosa paternidad.
Tengo hermanos que son como mis amigos, y amigos que son como mis hermanos.
Tengo gente que me ama con sinceridad a pesar de mis defectos, y a la que yo amo con sinceramente.
Tengo lectores a los que cada día les doy gracias por la confianza que me demuestran.
Tengo una casa, y en ella muchos libros.
Poseo un pedacito del mundo en la forma de un huerto que cada año me da el placer del trabajo y de una cosecha que además es ecológica.
Tengo un perro que no se va a dormir hasta que llego y que me recibe como si fuera yo el dueño de los cielos y la tierra.
Tengo ojos que ven y oídos que oyen; pies que caminan y manos que acarician; cerebro que piensa. Les doy las gracias a todas las parte de mi cuerpo por acompañarme cada día. Les expreso mi cariño, apreciación y gratitud.
Soy dueño de la común herencia de los hombres: alegrías para disfrutarlas y penas para hermanarme a los que sufren.
Y tengo fe en Dios y sé que guarda para mí un amor infinito y le doy las gracias por ello en varias ocasiones distintas cada día”.
Todo esto y un sin fin de más cosas hacen que me sienta rico, muy rico aunque no tenga mucho dinero comparado con mucha gente pobre que hay a mi alrededor. Hay algunos tan pobres que a menudo, lo único que parece interesarles, tener y pedir es…¡más DINERO y quieren más y más. Algunos, para conseguirlo, renuncian a su propia paz e integridad de mente y de espíritu como personas. Esto me da tristeza y cuando puedo, me abro a escucharles y a compartir mis propias experiencias y proyectos por si puede ayudarles.