A nuestra amiga Tina le encanta hacer voluntariado. Además de colaborar en las cocinas de las Hermanas de Teresa de Calcuta, siempre está alerta para encontrar nuevas formas de ayudar a las personas necesitadas. Si ve a una persona mayor en su barrio cargada con bolsas de la compra, se adelanta para echarle una mano. Si ve a alguien en la calle que parece estar perdido, se acerca y se presta a ayudarle. Si alguien en su parroquia necesita compañía para ir al médico, allí está Tina. Incluso si alguien le llama por teléfono con un problema, Tina, aunque tenga prisa, se para a escuchar. “No se puede dejar a alguien con la palabra en la boca.”
Esta mañana me contó que había encontrado una nueva forma de hacer voluntariado. Hace poco se había apuntado para nadar en una piscina municipal. La última vez que fue se cruzó en el carril con una señora que había tomado clases, pero no había aprendido mucho. Tina la aconsejó de agarrar un gusano – un tubo flotador de espuma – y flotar con ello. La señora empezó a dar patadas y consiguió avanzar por el carril. Tina se mantuvo a su lado para asistirla si hacía falta. La mujer le contó que desde se murió su marido se había vuelto bipolar y muy deprimida. Pero en aquel momento lo estaba pasando muy bien.
Tina me contó todo esto muy entusiasmada. Que alegría la suya por haber encontrado una oportunidad más de ser de ayuda, de hacer voluntariado, incluso en la piscina. ¡Y disfrutar haciéndolo!
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