Normalmente responden a estímulos emocionales emitidos por el subconsciente, que vienen recogidos y racionalizados por la mente consciente a falta de otros datos priorizados y actualizados sobre la propia realidad.
Enviarnos mensajes, positivos o negativos, responde a la evaluación que hacemos de las distintas situaciones en que nos encontramos.
Si nos damos cuenta de que nuestra conversación interior (lo que nos decimos a nosotros mismos) no es positiva y no nos ayuda a sentirnos cómodos con cómo y quiénes somos, con los demás y con el entorno, tenemos tres alternativas:
• Podemos sentirnos mal por lo que nos pasa y buscar excusas para justificarnos a nuestros propios ojos.
• Podemos culpabilizar a los demás por lo que nos pasa y sentirnos victimas o
• Podemos preguntarnos sobre lo que podemos hacer al respecto y conectar con las posibilidades de acción para conseguir lo que está a nuestro alcance.
Como hemos indicado en varias ocasiones, no necesitamos empezar con grandes cosas. Unos pequeños cambios que consigamos en la dirección que queremos, pueden motivarnos a crear nuevos hábitos de comunicación interior que nos refuercen en lugar de desmoralizarnos.
Fijémonos en lo que nos decimos a nosotros mismos y busquemos forma de modificarlo si no nos gusta o de reforzarlo y nos satisface. Si no hacemos nada con respecto a lo que no nos gusta, nuestra conversación interior continúa enviándonos men¬sajes negativos sobre nosotros mismos lo que empeora nuestro malestar y puede llegar a paralizar nuestra motivación a actuar para crecer a sentirnos bien.
Si y cuando nos damos cuenta de que nuestra conversación interior no es positiva y no nos ayuda a sentirnos cómodos con nosotros mismos, los demás y el entorno, es importante que interrumpamos el mensaje negativo que nos estamos enviando y lo remplacemos con otro de carácter positivo enfocado por ejemplo a lo que estamos aprendiendo o a los resultados que queremos conseguir de una situación determinada, etc. En estos casos, les damos un seguimiento a la situación preguntándonos que es lo que podemos hacer para modificar esta dinámica negativa.
Podemos enviarnos informaciones especificas de casos en que hemos comprobado nuestra propia valía como personas y como profesionales. Esto tendrá más efecto cuando nos referimos a hechos concretos de carácter positivo y reforzante que vayamos, buscando, descubriendo y recordando desde nuestras experiencias directas para introducirlos en nuestra conversación interior y pasarlo de ahí a nuestro subconsciente…
Podemos abrimos a decirnos a nosotros mismos unas frases como: “Aunque en este caso me haya equivocado, como persona me estimo y me abro a comprender, estimar, apreciar y aceptar también a los demás en cuanto personas”. Esta y otras frases positivas repetidas frecuentemente cuando surja la ocasión, se transforman en “Afirmaciones” que llegan a ser recogidas por nuestro subconsciente. Este las asume como parte de nuestra reacción emocional automática con el consiguiente cambio en nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos en nuestra realidad cotidiana.
Las afirmaciones son un tema que nos interesa examinar como instrumento de desarrolla personal para el cambio de hábitos.