Todos tenemos la tendencia natural y el deseo de vivir con satisfacción, empatía, tolerancia, afectividad, creatividad, respeto mutuo, apreciación mutua y otras formas de relación y comunicación con nosotros mismos y con los demás. Es una tendencia, propia del ser humano.
El concepto de crear convivencia responde a la concienciación que, si queremos, podemos desarrollar unas relaciones basadas en una comunicación intra e inter-personal positiva, en una actitud de dialogo y en la búsqueda de cómo hacerlo para conseguir bienestar nuestro y de los demás en nuestro día a día.
Presupone una búsqueda constante de ideas y soluciones creativas y eficaces a situaciones que anteriormente eran fuentes de enfrentamientos, falta de aceptación, intolerancia, etc
El punto de partida de un programa al respecto, es aprender en primer lugar a vivir de la mejor forma con nosotros mismos.
Pensemos que para poder convivir satisfactoriamente con los demás, tenemos en primer lugar que querernos y aceptarnos a nosotros en cuanto personas.
Al respecto, podemos preguntarnos como nos relacionamos con nosotros mismos:
• ¿Me quiero?
• ¿Me alabo
• ¿Me mimo ?
• ¿Me cuido ?
• ¿Me estimo?
• ¿Me considero importante por el simple hecho de ser persona?
Si descubrimos que, en efecto no lo hacemos de forma natural y espontánea, busquemos la forma como empezar a hacerlo como objetivo a partir de hoy.
Las fórmulas educativas tradicionales no nos han enseñado la importancia de alabarnos a nosotros mismos ni a tener actitudes dirigidas a sentirse bien consigo mismo en cuanto persona. No hemos valorado el principio del bienestar emocional como una actitud que podemos desarrollar si nos damos cuenta de que nos sirve.
La mayoría de las personas, sin embargo, hemos desarrollado un mecanismo de supervivencia para paliar las dificultades del día a día; hemos tenido que arreglárnosla para sobrevivir lo mejor posible, aunque fuera a costa de quien fuera, incluidos nosotros. Muchos hemos enfocado nuestras reacciones más en el aguante que en el disfrute.
Ahora que nos hemos jubilado, tenemos una ocasión estupenda para decidir que sobrevivir nos es suficiente y para ir buscando la convivencia con nosotros mismos y con los demás como filosofía de la vida.
Vamos a aprender formas de disfrutar y vamos haciéndolo desde la práctica diaria. Si vemos que nos cuesta hacerlo de forma espontanea, lo vamos haciendo al principio como una serie de ejercicios de autoestima y realce de nuestras cualidades positivas. Hacemos un pequeño inventario y escogemos las cualidades que más nos gustan para ir activándolas en nuestra actuación diaria. Si vemos que en el inventario se cuelan características negativas, podemos aceptar alguna para transformarlas en positivas.
Por ejemplo si se cuela la idea “soy inconstante” aprovecho la información para enfocar la atención en lo que puedo empezar a hacer para ser comprobar que, si quiero, puedo ser constante en situaciones determinadas. A continuación me voy reforzando y alabando a mi mismo por los resultados que consigo y voy descubriendo que, si decido no serlo, no tengo porque ser inconstante y no lo soy.
También podemos hablarlo con personas de nuestro entorno, familiares o amigos y pedirles una confirmación de que lo estamos consiguiendo.
El refuerzo que nos damos alabándonos a nosotros mismos por el éxito es importante. Además, esto nos va dando una práctica de auto-alabanzas o aceptación de alabanzas de los demás.
Buscar estos pequeños o grandes cambios se puede transformar en un juego y ser una fuente de satisfacción valiosa dentro de nuestra búsqueda de disfrute.
Recordemos que crecer emocionalmente es cuestión de pequeñas cosas y de nuestra constancia en practicarlas. En cuanto mayores o casi, hacerlo representa una labor de prevención sencilla y, si decidimos que los sea, muy placentera.
Si alguien lo está practicando y comprobando, nos interesan su testimonios.
