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Cabecera El Jubilado Feliz

Nosotros creamos nuestra propia paz interior

Con ocasión de un viaje a Turquía este verano, tuve la ocasión de encontrar unos estudiantes universitarios palestinos que viajaban en mi avión. Dos de ellos se sentaron a mi lado y empezaron una animada conversación entre sí en su idioma.

Estuve mirando sus facciones y la expresión de sus caras mientras hablaban. Muy bien puestos, y claramente de familias de buena cultura, se les veía muy afectados por algo. Me quedé observándoles y escuchándoles mientras discutían.
Uno de los chicos notó mi interés y le dijo algo a su compañero. Después, en un inglés muy correcto, me pidió disculpa pero él y su compañeros eran estudiantes palestinos y estaban hablando de un tema que les afectaba mucho: las conversaciones de paz entre palestinos e israelitas que se estaban llevando a cabo en esos días.

Me preguntó cómo se podía tolerar que Israel, mientras participaba en las conversaciones de paz, continuara abusando de los derechos de los palestinos y continuaba construyendo nuevos asentamientos en territorio palestino, claramente en contra de las declaraciones de la ONU.

Yo acababa de leer un artículo al respecto en un periódico turco en inglés y les declaré mi simpatía y comprensión por lo que estaba pasando. Me hicieron algunas preguntas y el tema se extendió sobre el concepto de la paz interior, entre personas y la internacional. Se les notaba una profunda emoción y un sentimiento profundo de odio contra Israel.

Les reconocí su derecho a estar muy enfadados por lo que pasaba y que había estado pasando ya desde hace muchos años, cuando me preguntaron qué haría o pensaría s yo fuera palestino.

A este punto, intentando contestar la pregunta me vino a la mente una respuesta que me había dado hace ya mucho tiempo un conocido conferenciante en una reunión de personas de varios países sobre un tema parecido de injusticia social. Ésta fue la respuesta:

“Si no puedo hacer nada al respecto, enfadarme no me ayuda, y lo único que hace es hacerme sentir mal. Lo que tengo que hacer es cambiar de perspectiva y buscar la posible alternativa de actuación que me permitiera hacer algo para modificar las ideas que veo no me funcionan”.

La sugerencia del conferenciante había sido dejar de gastar energías para cambiar algo que no estaba en mis manos cambiar y dirigir mi acción hacia la búsqueda de la paz y la convivencia personal y social en mi entorno directo. La nueva perspectiva que sugería era la de crear mi propia paz en mi interior, en mis relaciones, y modelarla con mi comportamiento en mi entorno directo. Esto me permitiría buscar y solucionar lo que podía cambiar en cualquier situación dificil en mi vida. Recuerdo que esta frase me impactó y ha ayudado profundamente en mejorar mis relaciones personales y sociales desde entonces.

Les comenté esta experiencia a mis compañeros de vuelo quienes me miraron muy sorprendidos. Uno de ellos al principio lo tomó mal y empezó a levantar la voz reaccionando a mis palabras pero el compañero le llamó la atención e hizo que se callara. Él quería saber más y continuamos hablando.

Añadí que seguramente ellos como estudiantes, y partes de un grupo social importante en su país, tenían la posibilidad de marcar una gran diferencia para conseguir cambios en su entorno directo e indirecto que les ayudaran a sentirse mejor en sus relaciones.

Su misma sorpresa me motivó a continuar compartiendo mis experiencias sobre el tema y la conversación se fue centrando en lo que ellos mismos podían hacer para crear y modelar un ambiente de comprensión mutua y de paz con sus compañeros que les permitiera sentirse más a gusto buscando y consiguiendo más bienestar emocional y apertura al cambio.

Comentamos posibilidades, formas y fuentes como podían ellos mismos marcar una diferencia en su entorno académico y familiar, en las relaciones con sus amigos y en su propia vida diaria, si se abrían a clarificar sus propias ideas. Ellos podían comentar con su gente sobre la posibilidad, por parte de todos, de crear su propia actitud de paz empezando desde la paz consigo mismos y decidir si efectivamente querían hacer algo al respecto para modificar sus relaciones personales y sociales.

Al llegar a destino, unos sesenta minutos después, al despedirnos me dieron las gracias y me comentaron que seguirían investigando sobre el tema de crear la paz desde dentro hacia fuera.

De mi parte sentí que, con nuestra conversación sobre la paz, yo mismo me había aclarado algo muy importante para aplicarlo en mi propia vida y relaciones y se lo dije dándoles las gracias de mi parte y deseándoles lo mejor con todo mi corazón. Quedamos en mantenernos en contacto.

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