Acostumbrémonos a dedicar algún tiempo a reconocer y reforzar lo que hemos hecho bien. Cuando tengamos una buena idea, felicitémonos por ella.
Esto nos permite darnos cuenta de cómo vamos aprendiendo en cada momento cosas nuevas, nuevas formas de actuar, de relacionarnos, de escribir, etc.
Si nos fijamos, podemos darnos cuenta, desde el principio, de la increíble cantidad de posibilidades que existen y que van surgiendo cada minuto y en cualquier contexto para que podamos comprobar nuestras destrezas, valía e importancia como personas y como individuos. Es cuestión de enfocar nuestra atención en ello en lugar de limitarnos a lo negativo, a lo que hemos hecho mal o que no hemos hecho.