Decidir sentirnos bien no es una forma de egoísmo, es un acto de amor, hacia nosotros y, al mismo tiempo, hacia las personas que se relacionan con nosotros. Sentirse bien depende en gran parte de la labor voluntaria de revisión de nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos con nosotros mismos y, como consecuencia, también con la familia, las amistades y demás personas. Decidir hacerlo es una manifestación de este sentimiento de afecto. Queremos que nuestras relaciones sean lo mejor posible y nos implicamos para conseguirlo. Un elemento básico para sentirnos bien es crear una buena convivencia con la pareja. Con la que podemos compartir las distintas posibilidades de bienestar que se nos abren, y podemos darnos...