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Cabecera El Jubilado Feliz

EL AMOR SE APRENDE

Un estudio comparativo entre parejas de 39 culturas diferentes descubrió que el estado de enamoramiento tiene una duración entre 18 a 30 meses. Después de ese lapso las personas ya no sienten la misma euforia de los primeros días y, si la persona no encuentra razones de peso que le permitan identificarse con su pareja, es normal que la ruptura se dé cuando pase el enamoramiento.


En estos casos, los investigadores consideran que demasiado a menudo la gente no llega preparada para el matrimonio y que cuando todavía está en vigor la situación de enamoramiento, es importante que ambos cónyuges se abran a llevar a cabo un aprendizaje y una preparación personal para cuando tarde o temprano cada uno vuelva a recuperar su autonomía con sus antiguos hábitos.


Por otro lado, muchos se casan por seguir la tradición de formar un hogar o por asegurarse un compañero desde la juventud. No existe enamoramiento sino expectativas de una buena convivencia. También en estos casos, es necesario que ambos cónyuges sean conscientes de lo que significa  el matrimonio y la convivencia y, a su debido tiempo, la educación de los hijos.


En ambas situaciones, es necesario que los cónyuges aprendan las reglas básicas del matrimonio. El amor es apreciación mutua, aceptación de las diferencias entre dos personas que no se conocían y que tienen forma distintas de relacionarse, comunicarse, escuchar y de interpretar las reglas de una buena convivencia.


Los papeles de la pareja han cambiado radicalmente en los últimos años y hoy en día se le exige a los cónyuges mucho más que antes y a menudo estos no saben y no están preparados para responder a las expectativas del otr@. Se les pide que sean inteligentes, simpáticos, trabajadores, fieles, responsables, buenos amantes y comprensivos. Todo al mismo tiempo y sin derecho a quejarse, porque de lo contrario se les puede acusar de desgreño afectivo y abandono de la pareja.


LAS REGLAS

- Su pareja no tiene que estar siempre feliz y de buen humor. 
  
- Hay que reducir las expectativas que crean malestar si no se cumplen, y recurrir a la búsqueda conjunta de pequeñas cosas que permiten disfrutar el un@ del/la otr@.

- Aunque la promesa de no pelear es muy difícil de cumplir, recuerde que usted y su pareja pueden ser distintos pero no antagónicos, así que no trate al otro como su enemigo.


- Ábrase a utilizar el dialogo como forma de solucionar problemas.

- No piense que por estar casad@ se le arreglaron todos los problemas y que de ahora en adelante su vida será plenamente feliz. El matrimonio, como tal, no soluciona nada si no se está preparado para la convivencia.


- No culpe a su pareja de su infelicidad. Recuerde que cada uno es responsable de sus actos y el éxito de su vida afectiva depende de usted. Si no es capaz de ser feliz por sí mism@, creará una dependencia emocional de su pareja y terminará agobiándola.


-Admire a su pareja por lo que es. Ya no se trata de la ceguera del enamoramiento, en la que todo es perfecto o del deseo de casarse, sino de reconocer que, a pesar de los defectos, esa persona es capaz de maravillarla por su personalidad e intelecto.


-Piérdale el miedo a su pareja. Aproveche la confianza que dan los años para decir lo que realmente piensa y recuerde que así como tiene derecho a hablar también tiene la obligación de escuchar.


- Su pareja era un ser autónomo antes de conocerlo a usted y por lo tanto necesita recuperar su individualidad: mantener su trabajo, su familia, sus amigos y sus aficiones. Cuando la vida en pareja sacrifica la autonomía, el bienestar no perdura.

Recuerde: Eso de que la felicidad se logra cuando uno encuentra la media naranja o el alma gemela, es una falsa realidad proyectada sólo en las novelas. Los dos son naranjas es decir personas enteras con sus características y sus necesidades que necesitan ser reconocidas.
La verdadera paz y felicidad se logra cuando los dos acepten que son dos y que piensan y actúan con las igualdades y las diferencias de dos, en búsqueda de una meta común y de lograr un equilibrio emocional, sin imposiciones.

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