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Cabecera Me Viene A La Memoria

CANTINFLAS DE NUEVO EN EL CINE

Si los políticos, de cualquier partido, tuvieran un mínimo de gracia serían como Cantinflas porque hablan mucho pero apenas se les entiende. Las palabras, puede, pero el contenido de las frases es toda una incógnita. “Los impuestos no experimentarán variaciones al alza, a no ser que se den circunstancias que nos lleven a reflexionar sobre esa situación derivada del momento que cubre el panorama económico mundial y en particular el que afecta a la Unión Europea desde donde se pondrán todos  los medios circunscritos a la decisión paritaria del conjunto global, donde la implantación del 21% para el IVA no suponga un mayor desarraigo social ya que a quienes no tengan trabajo no se les deducirá nominalmente; por tanto un signo positivo que nos lleva a divisar brotes verdes en el horizonte con lo que en el 2020 podremos superar las indemnizaciones en diferido así como los contratos en forma de simulación que contribuirán a un crecimiento negativo sostenido…” Muy parecidas son las frases que a diario pronuncian los políticos, sean del signo que sean. Ni siquiera para engañarnos son hábiles, porque si analizamos lo que dicen no es difícil deducir que no dicen nada más allá de la pura incoherencia. Sueltan palabras que sólo para ellos tienen algún significado. Seguramente tampoco.

Para nosotros, únicamente si consideramos el significado de cada palabra tal y como la define el diccionario, pero que unidas una tras otra componen frases que nada quieren decir. Frases vacías de contenido expresadas desde la inseguridad expresiva, y conociendo como conocen lo poco de verdad que hay en ellas. Sin ninguna gracia, sin humor, aburridos, reiterativos. Todo lo contrario que el cómico mejicano que, tampoco decía nada, pero lo decía de tal manera que se nos antojaba toda una disertación cargada de significado, dada la vehemencia que aplicaba y el humor que destilaban aquellas palabras atropelladas y frases sin sentido, aunque creyéramos encontrarle alguno. A Cantinflas acabábamos por entenderle y adivinábamos el mensaje de su perorata; a los políticos no, aunque suponemos que se trata de un truco verborreico para subirnos los impuestos o llevar a cabo algún recorte que, casualmente, nunca es el más apropiado.

Hasta hace 20 años ejerció Cantinflas su peculiar forma de expresarse. Porque se acaban de conmemorar los 20 años de su fallecimiento. Dos décadas en las que su popularidad se ha mantenido prácticamente intacta. A ello ha contribuido, sin duda, el que sus películas se continúen programando en multitud de canales de televisión, sobre todo en los de habla hispana. El idioma fue clave en la forma de expresión de Cantinflas –que ha llegado a conocerse e implantarse como cantinflismo– pero también inconveniente para popularizarse en países de habla distinta al español dada la dificultad, incluso imposibilidad, para su traducción.  

He leído que un día de estos del mes de junio, comenzará el rodaje de una película sobre la vida de Mario Moreno y su personaje Cantinflas. La responsabilidad de encarnar al cómico mexicano ha recaído sobre el actor español Oscar Jaenada. Al parecer, la decisión de llevar a cabo este proyecto se tomó tras comprobar el gran éxito del que todavía goza el genial cómico desaparecido en 1993. Una cadena de televisión mejicana proyecta en la tarde de los sábados alguna de sus películas y según lo comprobado es multitudinaria la audiencia que se registra. Ello hace pensar en el éxito de taquilla que la película puede proporcionar y ante tal perspectiva no ha habido demasiados problemas para encontrar quienes asuman la producción que representa una inversión de 3 millones de dólares.

Cantinflas continúa siendo un icono de la cultura popular, tanto en Méjico como en el resto de países de habla hispana y en los Estados Unidos, a pesar de la dificultad que allí entraña asimilar el lenguaje “cantinflesco”. La decisión de rodar la película se produjo tras una encuesta masiva en que se hicieron preguntas acerca del actor y comprobar que todo el mundo le conocía.
 
A finales de este año, según lo previsto, la película estará terminada y es de suponer que inmediatamente llegue hasta nuestras pantallas con lo que sabremos de Cantinflas algo más de lo que nos ha llegado a través de sus más de 50 películas donde sólo hemos podido apreciar su forma de trabajar y todas las características de su vis cómica. Así que recordémosle, aunque sea brevemente. A la persona y al personaje que estuvo en nuestros momentos de infancia, de adolescencia y una buena parte de adultos por lo que no es difícil tenerle presente en nuestra memoria.
http://www.youtube.com/watch?v=HydgmxyZQz8   
 
Además de sus películas, le recuerdo en una de sus muchas visitas a España donde la casualidad nos hizo coincidir. Fue ante la Tenencia de Alcaldía (hoy creo que estos organismos municipales se denominan Junta de Distrito) de Vallecas. Puede, incluso, que entonces todavía conservara su condición de pueblo de Vallecas y fuera la sede del Ayuntamiento local. El caso es que no sé qué hacíamos allí tanto él como yo, ya que en lo que a mí respecta no era una zona que habitualmente frecuentara. Pero de aquella casualidad recuerdo la gran multitud que le aclamaba y al actor agradeciendo las aclamaciones.
 
Con igual fervor fue aclamado en todo el mundo, aunque especialmente en su país y en todos los de habla española donde, además de su trabajo, se comprendió la significación de su personaje. Más, mucho más, que el del mismo Charlie Chaplin (Charlot) cuya comprensión de su humor fue más difícilmente asimilada en las mismas geografías. Así y todo, Chaplin, que le admiraba y que incluso intentó hacer una película con él,  dijo de Cantinflas que era “el mejor comediante del mundo”.
 
Cantinflas, lógicamente, era el pseudónimo. Su verdadero nombre era Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes. Como Mario Moreno también alcanza a ser lo suficientemente reconocido. Nació en 1911, por lo que ya se ha cubierto con creces la conmemoración de su primer centenario.
 
Fue el sexto de doce hijos de una familia humilde, crecido en un barrio popular que, a base de utilizar la audacia y los trucos callejeros que después desarrollaría en sus películas, consiguió salir adelante en situaciones difíciles llevado por su gran inquietud. A los 16 años se enroló en el Ejército mexicano como soldado de infantería con estudios de mecanografía¬, manifestando haber cumplido los 21. Fue su padre quien denunció el hecho al propio Ejército a la vez que solicitó la baja de su hijo. Ello llevaría a Mario a intentar varias profesiones, entre ellas la de boxeador, antes de incorporarse al mundo del espectáculo actuando en distintas carpas en las que bailaba y realizaba acrobacias. En una de estas actuaciones en la carpa Ofelia, según relata su biógrafo Carlos Monsiváis, al tener que interpretar un monólogo se vio acosado por el miedo escénico que le hizo olvidar el texto. Comenzó a decir lo primero que le vino a la mente en una sucesión de palabras y frases de las que surgió una total, aunque brillante, incoherencia lo que ocasionó que alguien del público le gritara “cuánto inflas”. Acababa de nacer el personaje y el “idioma” que no abandonó durante todo el ejercicio de su carrera artística. Una forma de hablar que actualmente está recogida en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua con el término “cantinflesco” o “acantinflado”: “Que habla a la manera peculiar del actor mexicano Cantinflas”, dice la acepción.
 
A partir de ese momento es llamado por el cine y los éxitos se suceden. No importa que las películas se basen en más que lamentables guiones en la mayoría de las ocasiones y no mejores realizaciones. Las películas son él: Cantinflas. Interpretando siempre el papel del “peladito” que, a base de trucos, triunfa sobre los políticos, los poderosos, la policía y hasta el gobierno, a los que critica con sus habilidades lingüísticas. En “El barrendero” como limpiador de calles, “El patrullero” como policía, “El ministro y yo” como burócrata, “El conserje” como tal, “El profe” como profesor, “Por mis pistolas” como boticario, “Su excelencia” como diplomático, “El señor doctor” como médico, “El padrecito” como sacerdote, “Si yo fuera diputado” como peluquero, “El bombero atómico” como bombero,  “¡A volar, joven” como piloto, etc., todos los estamentos sociales vistos para la sátira y la crítica desde distintos personajes.
 
Hollywood también se interesó por la comicidad de Cantinflas y contó con él para la superproducción “Pepe” con un amplio reparto de estrellas y para “La vuelta al mundo en 80 días” donde alternó protagonismo con David Niven y Shirley Mac Laine. El Paseo de la Fama hollywoodense cuenta hoy con una estrella dedicada al actor mexicano.
 
De su vida privada se ha “dicho” más que se ha afirmado o se ha podido comprobar. Tampoco es que nos importe más allá de lo que se refiere a su trabajo. Se sabe, eso sí, de sus actos de generosidad, se habló de su inclusión en la masonería, de sus actividades políticas acá o allá, de líos de faldas entre los que se encontraba una actriz española afincada en México… Lo que sí es cierto es que hasta el momento de su muerte permaneció junto a su esposa, Valentina Ivanova Zubareff con la que contrajo matrimonio en 1936 y a la que conoció cuando realizaba sus primeras actuaciones en carpas.
 
En 1993, víctima de un cáncer de pulmón, Cantinflas dejó de existir. Su entierro, en un día de lluvia copiosa, constituyó una auténtica manifestación de duelo por parte del pueblo mexicano y de todo el mundo, como se demostró con el silencio que, como homenaje, se le dedicó en el Senado de los Estados Unidos. Sus cenizas reposan en la cripta familiar de la familia, en el Pabellón Español de la ciudad de México. Su bigotillo, sus pantalones caídos, su camisa medio entresacada, su pintoresca forma de hablar –cantinflesca– a la que tan aficionados son tantos políticos que no tienen nada que decir pero que de alguna manera han de ganarse el sueldo, no faltan en nuestra memoria.

http://www.youtube.com/watch?v=yKCJfBcTFbg

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