Parece que fue ayer cuando, por primera vez, puse negro sobre blanco para dar comienzo a este blog de recuerdos, y ya entramos en el que se cumplirán cinco años recordando. De momento, siguen aflorando a la mente momentos de una vida similar a la de tantos; situaciones que en nada se diferencian a las vividas por la mayoría de quienes, semanalmente, ponen su mirada sobre estas líneas; circunstancias, momentos tanto personales como históricos (algunos de estos de triste recuerdo), acontecimientos que han sido comunes, al igual que otros vividos desde la individualidad.
Como tantas veces hemos mantenido desde estas líneas (hemos, porque los lectores, con vuestros comentarios, habéis coincidido en manifestar similares deseos a los míos) no se trata de recurrir a la nostalgia, ni a señalar el pretérito como un tiempo mejor, ni a soñar con retornos… Para nada. Tan sólo recordar un tiempo de infancia o de juventud y hasta un tiempo más cercano, feliz o infeliz, alegre o triste, o alternadas las dos posibilidades, que así es la vida. El propósito es únicamente recordar, casi como un ejercicio gimnástico de la memoria que, a ciertas edades, comienza a flaquear. Memoria que nos lleve a la etapa escolar con esta o aquella anécdota, a la relación con la familia tan similar entre todos los componentes de una generación, o los acontecimientos de un determinado momento pero sin ningún tipo de añoranza, porque no conduce a nada pretender retornar al pasado cuando, además, la vida nos ha consentido alcanzar el presente y mirar con ilusión el futuro.
Nuestra edad no es lo más importante y ni siquiera hemos hecho nada por alcanzarla que nos ha venido dado, sino la manera de disfrutar de ella. No sólo desde la experiencia de los años y la sabiduría que esa experiencia nos ha proporcionado en tantos aspectos. Atreviéndonos, además, a descubrir nuevos universos, nuevas sensaciones, nuevos momentos que añadiremos a tantas situaciones vistas y oídas. Vividas, en definitiva. Mantener vivas nuestras inquietudes y nuestra curiosidad por aprender, adquiriendo una mayor experiencia en aquello que sabemos hacer. No detenernos en ningún momento y no acobardarnos cuando el organismo no responda con la precisión que hasta ahora lo había hecho. Y, por supuesto, siendo conscientes de cuánto hemos vivido: mantener viva la memoria para rechazar cualquier intento de usurpación mental que pretenda hacernos creer que nuestra vida fue de otra manera. Para bien o para mal, fue la que fue y eso no tiene vuelta de hoja. Por lo tanto, no hay razón para olvidar. El aspirar a algo diferente es otra cosa.
Muchos de los temas que aquí se han tratado en las últimas cincuenta y dos semanas y en los cuatro años anteriores, han sido aspectos intrascendentes: un bonito recuerdo de una vacaciones infantiles, la inesperada visita de un familiar al que se creía olvidado, la primera conquista, una merienda, una excursión, unas vacaciones, una tarde de guateque, cualquier cosa sin importancia aparente y de cualquier forma, únicamente considerada por quien escribe. Sin embargo, han surgido numerosos casos de similitud a juzgar por los comentarios recibidos y porque hace 50 años tampoco había demasiado donde elegir y la mayoría de nuestros comportamientos y sensaciones eran similares. Otros aspectos sí han sido colectivos y desde ellos hemos visto como nuestro país se ha transformado y los elementos que se han producido para que ello ocurriera, aunque en ocasiones hayan sido nefastos y dignos del olvido aunque alguno sea reciente en el tiempo. Mejor no, mejor mantenerlos presentes para, en lo posible, evitar su repetición.
Igual que en las cuatro ocasiones anteriores, agradezco todos los comentarios que, tema tras tema, han manifestado el interés de unos lectores en muchos casos habituales, al igual que los esporádicos. Mi agradecimiento, igualmente, a los que, anónimamente, únicamente se han limitado a la lectura de los posts. A unos les habrá gustado la temática, global o parcial, y otros no habrán experimentado ningún tipo de satisfacción. Es lo lógico. A unos y a otros, lo que sí les habrá servido es para haber retomado algún aspecto olvidado y aumentar su capacidad memorística con respecto a la almacenada trescientos sesenta y cinco días atrás.
Tal y como llevamos haciendo años y años, carguémonos de nuevos propósitos, aunque sean los de siempre: perfeccionar el inglés, aprender a tocar el piano, apuntarse a un gimnasio para hacer ejercicio, ordenar la biblioteca para no perder una semana buscando un determinado libro y tener que ir a comprarlo de nuevo, destruir montones de comunicados del banco, cambiar los teléfonos a una nueva agenda porque la que está en uso tiene más de 15 años y la mayoría de las direcciones que hay en ella ya no sirven… Como siempre, todo ello pasará a los propósitos del siguiente. Y el siguiente, si la vida le sigue a uno acompañando, se repetirá, como el anterior. Mi felicitación y mis mejores deseos para el año próximo a iniciarse.