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Cabecera Me Viene A La Memoria

CENTENARIO DEL DEBUT DE PEPE ISBERT EN EL CINE

No tengo ni la menor idea de las razones en que se basan los políticos para determinar que un acontecimiento o una efemérides deban conmemorarse o no. Tampoco es que me preocupe demasiado ya que todo lo que provenga de ese ámbito obedece casi siempre a un doble sentido que únicamente beneficia (de la manera que sea) a los organizadores del evento o a quienes se oponen a él. Depende de quién esté en condiciones de celebrar, de quién tenga el poder en determinado momento para poder tomar la decisión de recordar u olvidar a un personaje o una situación de tiempos pretéritos. Por ello es que desconozco si este año está previsto recordar el centenario de la muerte de José Canalejas, varias veces diputado, presidente del Congreso, ministro y primer ministro de nuestro país, asesinado en 1912 cuando contemplaba el escaparate de una librería en plena Puerta del Sol. Si se conmemora o no este centenario es cosa de los políticos de turno y motivo de análisis para los historiadores. Por nuestra parte, la memoria no alcanza a recordar aquellos sucesos que no pertenecen a nuestro tiempo.


Sí lo es que en aquella fecha de 1912, recién ocurrido el suceso, unos cineastas se lanzaran a rodar un documental donde el acontecimiento se narrara en imágenes. Eran los primeros pasos del cine. Aquí ya nos aproximamos en algo al motivo que hoy nos lleva a recodar y que no es, repito, el centenario de aquel asesinato sino la aparición por primera vez en la pantalla de un joven (26 años) actor madrileño, aunque con ascendencia manchega en la provincia de Albacete a la que siempre se mantuvo vinculado y que, con el tiempo, acabaría por convertirse en el “característico” indispensable del cine español: José Isbert. Cien años hace de ese debut en un cortometraje que, precisamente, no gozó de un atractivo ni original título, porque no lo es, el de “Asesinato y entierro de don José Canalejas”. Sus autores no se rompieron la cabeza para concebir el título. Complicaciones las menos. Con el título queda claro el contenido del film, pero por si alguien no lo ha captado y para reafirmarlo, los directores de la cinta, Enrique Blanco y Adelardo Fernández Arias, reconstruyeron el asesinato del político además de grabar su entierro. Es el testimonio de la imagen. Pepe (aunque la profesión siempre le consideró y trató como don José, tanto por su veteranía como por su magisterio) Isbert, fue en aquella ocasión el “malo” de la película. Él era el asesino, el que descerrajaba los tiros en la cabeza de Canalejas, interpretado por Rafael Arcos que no sé si sería padre del Rafael Arcos (puesto que actor era su padre) de nuestros días que anduvo en amores con Silvia Tortosa y al que vimos en tantas obras de teatro y películas. Pepe Isbert -en el enlace que os sugiero lo podéis comprobar- después de disparar los tiros huye del escenario del crimen, pero al verse reducido por la policía opta por suicidarse con la misma pistola. Cae al suelo, muerto, mientras se produce el lógico alboroto entre los transeúntes, para instantes después poder apreciar (miradlo con atención porque es cuestión de unos instantes) cómo se levanta. Esa falta de racord es perfectamente disculpable en aquellos tiempos y para nada en los actuales, aunque muchos directores disculpen este grave defecto de rodaje mostrándolo como ejemplo de modernidad y nueva forma de hacer.


http://www.youtube.com/watch?v=9mq8XCooL5k   


A partir de aquel debut la nueva profesión de Pepe Isbert quedó definida: actor, teniendo que abandonar la que hasta ese momento le había proporcionado el sueldo mensual, que era la de profesor mercantil. Un cambio rotundo que se enfocó hacia los escenarios ya que el cine aún no había alcanzado su mayoría de edad como para ejercer en él como profesional. Desde ellos –Teatro Apolo, Lara, Comedia…– provocó la risa, sobre todo, encarnando los diferentes personajes creados por Benavente, Arniches, Jardiel o Muñoz Seca, entre otros. El cine volvió a reclamar su presencia al adquirir su condición de sonoro, cuando en 1931 Florián Rey le incluyó en el reparto de “La pura verdad”, a la que siguieron algunos otros títulos en la década de los 30: “¿Cuándo te suicidas?”, “La bien pagada”, “El bailarín y el trabajador” que, para que comprobéis su existencia os incluyo un enlace en el que no aparece Isbert, pero sí Roberto Rey, Antoñita Colomé y Antonio Riquelme, y se escucha la música compuesta por Francisco Alonso  que, en su momento, tuvo una cierta repercusión, por su carácter publicitario. Una especie de cuña comercial, pero muy larga, aunque por entonces muchos anuncios musicales eran una canción con su duración correspondiente.


http://www.youtube.com/watch?v=U5lwDk2rM2g


A lo nuestro de hoy, que es don José Isbert. Superados los años de contienda civil en los que no trabajó debido, tanto a las circunstancias del país como a las personales dada su condición de ferviente y practicante católico en el Madrid de izquierdas, retomó su actividad consiguiendo una popularidad cada vez mayor a lo largo de los años 40. Fue su momento de consolidación artística y profesional ya que es a partir de los 50 cuando desarrolló algunos de sus títulos más destacados así como más importantes en la historia del cine español. Entre otros, “Bienvenido Mr. Marshall” (1953) encarnando aquel memorable alcalde de Villar del Río convencido de que los americanos iban a enriquecer a todos sus conciudadanos, “Calabuch” (1956), “Los jueves milagro” (1957), “El cochecito” (1960) o “El verdugo” (1963)


http://www.youtube.com/watch?v=6qbPazY5hAI


Su mayor gloria la alcanzó ya de  septuagenario con esos títulos que son iconos de nuestra filmografía, e incluso a partir de ahí apareció con papeles de peso en títulos como “La gran familia”, con una voz ya totalmente enronquecida que, aún hoy, es perfectamente reconocible hasta para las generaciones que no le conocieron pero que le recuerdan llamando a Chencho, su nieto en la ficción, entre los puestos navideños de la Plaza Mayor. 


Pepe Isbert fue el fundador de una saga de actores imprescindible en los repartos teatrales y cinematográficos y él mismo es un referente dentro de la profesión donde se le recuerda y se hace pública constantemente la admiración de sus compañeros, a pesar de los más de 40 años transcurridos desde su fallecimiento. El nombre del actor lo ostenta uno de los premios nacionales más importantes para intérpretes teatrales que, desde su creación en 1997, ha recaído en los más destacados nombres de nuestra escena.


Su gesto y su expresiva forma de decir el texto, con una voz totalmente inapropiada para la escena y que en su caso fue un complemento a su manera de actuar, le proporcionaron popularidad entre el público y respeto entre sus compañeros de profesión. Intervino en películas (porque tras ser descubierto por el cine no volvió a pisar los escenarios) como protagonista y como actor de reparto, incluso cuando era figura y se encontraba en condiciones de poder exigir. Y es que los actores no se miden por el tamaño del papel que se les encomienda. Por esa capacidad de adaptación es por lo que tuvimos ocasión de ver su trabajo, además de en los títulos mencionados, escritos con letras de oro en la filmografía nacional, en otros de entretenimiento sobre todo, como “Manolo guardia urbano”, “Historias de la radio”, “Margarita se llama mi amor”, etc. En todas llevó a cabo el papel asumido, pero imprimiendo siempre su personalidad como actor que, como en ningún otro caso, quedó reflejada en aquella secuencia de “Bienvenido Mr. Marshall en la que alternó con Manolo Morán la atención de la cámara.


http://www.youtube.com/watch?v=aiTtWciqYLI&feature=related


Cuando hace 100 años Pepe Isbert se colocó por primera vez ante una cámara de cine, no podía imaginar que con el tiempo su rostro ocuparía las pantallas de todos los cines de España y todos los españoles se reconocerían como admiradores del actor.

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