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Cabecera Me Viene A La Memoria

El año de Luis Mariano

Luis Mariano, fue ídolo de multitudes tanto en la Francia que le acogió artísticamente, como en la España que le vio nacer hace 100 años.

No sé si los Bisbales los Bustamantes y similares tienen a alguien que les recuerde, como a los emperadores romanos, que son mortales. O, como la madrastra de Blancanieves, un espejo que les haga saber que existe alguien con mayor belleza y más méritos. No sé, ya digo, pero estos cantantes y muchos otros que se consideran (con razón, no vamos a negarlo) ídolos de multitudes y colmados de éxito, quizá desconozcan que a lo largo de la historia de la música ligera hay otros que no sólo les han igualado en fama (dejémoslo en popularidad) sino que les han superado. En tiempos, además, en que los medios no tenían la fuerza difusora de que disponen en estos momentos. Serían muchos, pero vamos a referirnos a uno, fallecido en el momento de mayor éxito: Luis Mariano. Su nombre fue idolatrado en vida y el recuerdo se mantiene para su persona como lo demuestra el que su tumba siempre permanezca cubierta de flores frescas. No se comportaba como un saltimbanqui dando saltos en los escenarios, no practicaba el griterío en el ejercicio de su actividad músico vocal, ni utilizaba su intimidad para verse destacado en los medios de difusión; se limitaba a cantar. Como es lógico en todo lo que sea de carácter artístico, a unos les desagradaría su estilo y su voz mientras que a otros les entusiasmaría, siendo éstos infinitamente superiores en número.

Se cumple este año el centenario de su nacimiento y ahora, que tan de moda está celebrar un Día dedicado a lo primero que se le ocurra a quién decida crear un Día conmemorativo y hasta un Año ídem, el crear el Año de Luis Mariano. Serían muchas personas, todavía, las que se apuntaran a esta celebración: “2014, Año de Luis Mariano”, como el anterior lo fue de Wagner o de Verdi.

Nacido unos metros más allá hubiera sido francés, pero lo hizo en Irún el 13 de Agosto de191, a este lado del Bidasoa, por lo que su nacionalidad fue la española y su patria chica la vasca, encuadrada aún en los límites del territorio español. Desde muy pequeño vivió en Francia, ya que su familia decidió instalarse en Burdeos cuando el futuro cantante contaba dos años. Un traslado de domicilio que apenas se prolongó durante seis años en que la familia optó por el retorno a sus orígenes. En ella estudia Luis Mariano Eusebio González destacando entre todas las facetas del conocimiento la pictórica para la que, además, demuestra grandes dotes, lo que le llevaría posteriormente a la Facultad de Bellas Artes, una vez que la familia se decide a probar suerte nuevamente en Burdeos. Allí se trasladan todos sus miembros ocupándose, previamente, la madre de Luis Mariano, de “corregir” la fecha de nacimiento de su hijo que la sitúa en 1920 con el objeto de que no fuera llamado para incorporarse al ejército en la contienda civil española. Había que colaborar en la economía doméstica y el incipiente artista tuvo participar en las faenas de la vendimia para obtener algunos ingresos. Trabajo y vida al aire libre donde ve favorecido el impulso por cantar.

Sus compañeros de trabajo, admirados por su voz, le animan a que perfeccione sus conocimientos musicales lo que le lleva a matricularse en el Conservatorio de Música de Burdeos. Descubre su capacidad como tenor y se dedica intensamente a la impostación de su voz, además de ocuparse de la dicción e interpretación con vistas al teatro. Para lograr algún recurso económico actúa en orquestinas, en galas comerciales y en cuantas ocasiones se le presentan para cantar. Entre ellas, dada la afición del pueblo vasco a la música coral, la integración en el coro Eresoinka (creado en 1937 por el gobierno vasco en el exilio) en el que también participaba Pepita Embil, la madre de Plácido Domingo. Origen este coro, por tanto, de voces famosas para la lírica española.

Las características en la voz de Luis Mariano le llevan al terreno de la ópera y es en ella donde inicia su actividad artística desde el plano profesional ya que en 1943 es contratado para interpretar “Don Pasquale”, de Donizetti. Aunque es un género que abandonaría, existen muestras de que pasó por él como queda patente en este “Tosca”.

También tuvo un acercamiento al mundo de la zarzuela, pero seguramente acertó al optar por la opereta de la que se convirtió en su mejor y más reconocido intérprete hasta ser calificado como el “Príncipe” de ella. También hay muestras de su paso por la zarzuela en este “No puede ser” de “La Tabernera del puerto” compuesta por otro vasco: Pablo Sorozábal.

La buena voluntad no se le puede negar a Luis Mariano, pero ni la ópera ni la zarzuela eran lo suyo. La opereta sí y de ello se dio cuenta un músico triunfador en Francia: Francis López, que le convirtió en protagonista de “La bella de Cádiz”. El éxito se convirtió en película y se escogió como pareja del cantante a Carmen Sevilla. En la versión teatral, el cantante se encargó, de dibujar los figurines, los carteles y los decorados pero, sobre todo, de poner la voz. Uno de los temas que cantaba –“María Luisa”– estaba dedicado a su hermana y constituyó una enorme aceptación, que todavía se mantiene, como se pudo comprobar en la venta de discos.

http://www.youtube.com/watch?v=h7urq8gPkpc El emparejamiento artístico entre Luis Mariano y Francis López, se mantuvo durante veinte años y dio origen a infinidad de títulos, pero al cantante se le emparejó, y artísticamente también, aunque muchas opiniones mediáticas se encargaron de difundir una posible relación amorosa, con Carmen Sevilla. Con ella hizo, además de “La bella de Cádiz”, “El sueño de Andalucía” y “Violetas imperiales”.

Ahí queda eso, para los más románticos. O para los que recuerden la canción surgida del receptor de radio a todo volumen para hacerse oír en todos los pisos de la casa a través del hueco del patio. O para el espontáneo de las bodas empeñado en hacer gala de su portentosa voz. O para el aspirante a la profesionalidad que la incluía en su repertorio en las galas de aficionados. O para los imitadores de Luis Mariano, que tuvo y creo que sigue teniendo, muchos. Los Bisbales y los Bustamantes no tienen imitadores declarados porque, a su vez, ellos imitan a otros que también suelen imitar. Falta originalidad. Falta talento. Y como Luis Mariano lo tenía y lo tenían quienes le componían las partituras, escribían los libretos y organizaban sus espectáculos, es por lo que en su carrera se sucedieron los éxitos. En ocasiones con cosas tan sencillas como una exclamación que compartió con otra estrella española absorbida por Francia: Gloria Lasso.

Ni los cantantes, ni el autor, ni el arreglista se complicaron la vida en exceso, pero el disco fue todo un acontecimiento. Seguramente por tener la oportunidad de escuchar juntos a dos figuras tan grandes de la canción. Otros temas de Luis Mariano –todos– tuvieron mayor categoría musical como el dedicado a doña Gregoria, su madre, por la que sentía auténtica devoción a pesar del carácter posesivo de ella manifestado por cuantos se han interesado por la biografía del cantante. Para él, la mejor y más bella del mundo.

Aunque no sean de contenido tan sentimental ni afectivo, detengámonos en otro de los títulos de mayor popularidad, elegido, como en el caso comentado anteriormente, por los aspirantes a vivir de la canción, los patios, la radio a todo volumen, etc. Pertenece a la película “El cantor de México”, porque muchos de sus éxitos teatrales fueron trasladados al cine -21 películas en total- y de ellos surgieron canciones que con carácter independiente alcanzaron la popularidad.

En otros casos, al margen de las canciones procedentes de espectáculos o películas, Luis Mariano recurrió al repertorio de temas populares grabando gran cantidad de ellos. Por ejemplo “Dos cruces” que tantas versiones ha conocido en las más importantes voces universales. En este caso es una especie de homenaje a la tierra ya que el autor es, nuevamente, un vasco: Carmelo Larrea al que también debemos otros títulos tan entrañables como “Camino verde” o “No te puedo querer”

Con canciones popularizadas en otras voces o con las creadas por él, a las que en muchos casos puso letra, Luis Mariano trasmitió sobre todo alegría. Fue, a la vez, ídolo de personas mayores y de jóvenes. En España, aun siendo su país, apenas hubo ocasiones de verle sobre los escenarios, aunque fue frecuente su presencia en las emisoras de radio y en la televisión. Sus trabajos escénicos se limitaron a su país de acogida que fue Francia que, como siempre que alguien de fuera destaca en el país vecino, se apropia de su identidad y le otorga nacionalidad gala. Luis Mariano nunca renunció a la suya y se consideró vasco en todo momento. Vasco de España, aunque la suerte y la fortuna las buscara y encontrara al otro lado de los Pirineos.

El cantante tenía, por otra parte, la cualidad de ser polifacético. A sus cualidades canoras unía las pictóricas, que desarrolló en la decoración y el vestuario de sus espectáculos, y las literarias lo que en varias ocasiones le llevó al mundo editorial. En 1950 dio a conocer su primera novela, “La canción de mi vida” y posteriormente títulos como “Mi vida y mis amores”, “Llamas”, “El zarevich” y “Los caballeros del cielo”. Toda una intensa labor creativa que acabó por minar su delicada salud. El cansancio ocasionado por una hepatitis viral le llevó a abandonar “La carabela de oro”, el espectáculo que representaba en el teatro Châtelet, el mismo que en diferentes momentos cedió su escenario a Diaghilev y los ballets rusos, a Tchaikovsky, a Mahler, a Strauss o a Stravinsky para estrenar “Petrouchka”. Poco tiempo después de abandonar la escena, la vida también abandonó a Luis Mariano. Queda su recuerdo y con él, la posibilidad de que, con motivo de celebrarse el centenario de su nacimiento, alguien decida conmemorar este 2014 como su Año. El Año de Luis Mariano.

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