Normalmente, los temas musicales, las canciones, por muy sencillas que sean, no surgen cuando el músico se pone ante un papel pautado o el letrista ante un folio en blanco, a pesar de que ambos elementos sean imprescindibles, aunque sea en versión ordenador. Tan imprescindibles como la inspiración, algo que no surge a voluntad aunque hay que estar preparado y en actitud de trabajo para que cuando decide hacerse presente no te coja desprevenido. Por lo general, tras una letra o una música hay un acontecimiento, una sensación personal, que tanto puede ser positiva como negativa. Puede ser el comienzo de un amor o el final del mismo; el recuerdo de un viaje o el olvido; un deseo satisfecho o truncado, unos ojos, un cabello, unas manos o una cintura, una sensación, cualquier cosa que influya en nuestro ánimo. Bien es verdad que hay canciones con letras incomprensibles, carentes de sentido, añadidas a unas melodías llamadas así porque de alguna forma hay que llamarlas. Y no es menos verdad que estas canciones, en caso de triunfar, lo hacen de manera superficial, entre un público carente de sensibilidad que tarda en arrinconarlas el mismo tiempo que le ha ocupado mantenerlas en el apartado de la popularidad, que nunca en el de la fama. Si nos fuera posible hablar con todos los autores de canciones, tanto los de letra como los de música, todos ellos nos darían argumentos convincentes sobre las razones que llevaron a su imaginación a crear sus pequeñas obras. Sería, por supuesto, labor ardua y con poco sentido práctico, por lo que nos quedaremos con sólo algunos de esos ejemplos que, por una u otra causa, han transcendido los motivos de inspiración.
Uno de estos casos cumple, el 4 de agosto, el medio siglo desde que la canción fue presentada al público. Cincuenta años de su creación, aunque tengamos la sensación de que ya existía cuando llegamos al mundo y que de siempre ha llegado a nuestros oídos. Es el caso de “La chica de Ipanema” a la que diez lustros la contemplan desde que fue dada a conocer por sus autores: Vinícius de Moraes responsabilizándose de la letra y Antonio Carlos Jobim de la música; una relación artística que ya se produjo años antes en alguno de los temas de la película “Orfeo negro”.
http://www.youtube.com/watch?v=RtOLSXFf_MA
Poeta y músico andaban trabajando en un proyecto de comedia musical inicialmente titulado “Dirigible” (Dirigible), en el que se incluía un tema musical que habían previsto titular “Menina que passa” en el que originalmente se escuchaba: “Vinha cansado de tudo, de tantos caminhos…” a lo que seguían otros versos de carácter lánguido, como lo es la propia música. Palabras, no obstante, que no terminaban de convencer a ninguno de los dos artistas brasileños, cosa que discutían en un bar habitualmente frecuentado por ambos, el “Veloso”, que en la actualidad se llama “Garota de Ipanema” situado en la calle que hoy lleva el nombre de Vinícius de Moraes.
En esas (como en los cuentos infantiles de princesas) que acertó a pasar por delante una atractiva joven de no más de 17 años que captó la atención de ambos. Lo mismo al día siguiente y al otro y al otro. Siempre la misma adolescente recorriendo el mismo camino en dirección al mar. “¿Te has fijado, Tom, en esa garota?” preguntó Vinícius. “Qué cosa más linda y que gracia tiene cuando balancea su cuerpo”, contestó Antonio Carlos. “Es como un poema” confirmó Moraes. Ante tales juicios paralelos y en perfecta compenetración artística el vate y el músico llegaron a un rápido acuerdo: la canción que no les terminaba de convencer podían retomarla teniendo como protagonista a aquella “garota”, aquella chica de Ipanema, uno de los barrios más conocidos de Río de Janeiro. Los nuevos versos (porque la melodía se mantuvo) hacían referencia descriptiva a quien sin pretenderlo captó el interés de los dos artistas.
“Olha que coisa mais linda, mais cheia de graça
É ela a menina que vem e que passa
Num doce balanço caminho do mar.
Moça do corpo dourado, do sol de Ipanema
O seu balançado é mais que um poema
é a coisa mais linda que eu já vi passar.
Palabras adornadas por una pegadiza melodía sincopada, como requiere el ritmo de bosanova –una fusión del jazz con la samba– del que Jobim es considerado como su creador y del que “Garota de Ipanema” es la máxima representación. Satisfechos del resultado presentaron la canción en los primeros días de agosto de 1962, hace 50 años.
No tardaron en surgir versiones dentro de Brasil, sobre todo la de Astrud Gilberto, recién incorporada al mundo de la música impulsada por su marido –Joäo– que gracias a este tema y a sus indudables méritos, se implantó como nombre reconocido en todo el mundo.
http://www.youtube.com/watch?v=c5QfXjsoNe4&feature=related
La version de Astrud Gilberto en inglés, con el saxofón de Stan Getz supuso todo un impacto en el mundo de la música ligera, que los artistas más famosos del momento decidieron incorporar a sus repertorios en sus diferentes idiomas o en sus distintos sonidos orquestales: Frank Sinatra, Sammy Davis jr., Nat King Cole, Cher, Shirley Bassey, Petula Clark, Ella Fitzgerald, Peggy Lee, Sara Vaughan, Herb Alpert, Roberto Carlos, Steve Wonder, Mina, Caterina Valente, Nana Mouskouri, Los Tres Sudamericanos, Gloria Lasso y más recientemente Madona o Amy Winehouse, además de servir como apoyo sonoro en infinidad de películas. En alguna ocasión, las voces femeninas han decidido transformar “La chica de Ipanema” o ”Garota de Ipanema” o “The girl fron Ipanema” por “The boy from Ipanema” por aquello, supongo, de la igualdad de géneros.
http://www.youtube.com/watch?v=re69v_HVZk0&feature=related
La “chica” triunfando por todo el mundo y mientras, la “culpable” del éxito viviendo al margen tras haber sido la musa inspiradora, mientras continuaba sus frecuentes desplazamientos hacia la playa, bajo la atenta observación de Moraes y Jobim que no llevaban bien lo de la ocultación a pesar de haber establecido conocimiento con ella cuando entraba en el bar a comprar tabaco para su padre. Así ocurrió que un buen día Antonio Carlos y Vinicius, decidieron hacerla conocedora de la verdad. Habían pasado 3 años desde la primera visión. “Mira, Helo -que es como ya conocían a Heloísa Eneida Menezes Paes Pinto- tú has sido la musa inspiradora de esa canción tan famosa que se escucha a todas horas por los canales de radio”. Ella por poco se desmaya de la impresión y su vida se convirtió, desde entonces, en un sinvivir ya que la noticia, además de llegar a ella, trascendió al público en general. El novio se agarró un mosqueo de mucho cuidado y a punto estuvo de partir la cara a los autores de “Garota de Ipanema”.
En una entrevista, la musa confesaba el cambio que se produjo en su vida al revelarse que ella era objeto de la inspiración que hizo posible la canción. “Yo me crié en un hogar muy conservador, mi padre era militar y no le gustó nada que fuera foco de la prensa en todo el mundo y el objeto de las miradas de hombres maduros“. Incluso, dadas las circunstancias, tuvo que adelantar la fecha prevista para su boda al objeto de aplacar el ataque de celos que padeció su novio cuando se enteró. Sin embargo, la sangre no llegó al río e incluso Antonio Carlos Jobim y su esposa, Teresa, apadrinaron la boda que convirtió a la musa en señora de Pinheiro. Aprovechándose de la popularidad, Heloísa desarrolló una actividad empresarial que hoy, a sus 67 años, la ha hecho propietaria de una cadena de locales de venta de ropa de baño especializada en biquinis llamados, como no podía ser de otra manera, “Garota de Ipanema”. También organiza un concurso de belleza para elegir la “Garota de Ipanema”, a la vez que presenta un programa de televisión, ha trabajado como actriz en telenovelas, etc., además de utilizar la melodía como sintonía en su teléfono móvil. Es decir, que servir de musa le ha proporcionado un buen pasar, aunque también le ha proporcionado algún que otro contratiempo ya que en 2001 los herederos de Jobim y Vinicius la demandaron por explotar el nombre de la canción en sus negocios. Entre ambas partes llegaron a un reciente acuerdo y todos felices hasta el momento en que la “Chica de Ipanema” cumple su primer medio siglo entre la admiración de todo el mundo y ocupa el tercer lugar entre las más versionadas en la historia de la música ligera.