El título de este post puede recordar la película de Bette Davis “Eva al desnudo” que alcanzó nada menos que seis Óscar, además de brindar una de sus primera apariciones cinematográficas a Marilyn Monroe. Pero no van por ahí las cosas, excepto la inspiración para titular el post. El que hoy nos ocupa es un desnudo actual, un topless para ser más exactos, a cargo de la actriz más carismática en la historia del cine español: Sara Montiel.
Hace 40 años que Sara Montiel rodó la película “Varietes” y no sé si desde entonces se ha vuelto a poner delante de una cámara para interpretar algún personaje, para participar en el reparto de alguna película. Creo recordar que en una ocasión para la película –“Cinco almohadas para una noche”– que pasó por las salas con más pena que gloria y que apenas está en el recuerdo de alguien. En el mío no, desde luego, pero consta en la filmografía de la artista. Cuarenta años representa un tiempo más que suficiente para que la popularidad de un artista se desvanezca. Pero no es el caso de Sara Montiel que además de no haber perdido un ápice de esa popularidad, ésta se ha visto incrementada convirtiéndose tantas veces en noticia de primera página. ¿Qué ha sido por medios extracinematográficos? De acuerdo, pero teniendo como origen el nombre adquirido durante su etapa profesional de la que surgieron películas de distinto corte que hoy se ven en televisión y en ciclos dedicados a ella, con la admiración que por la artista manchega sienten sus muchos incondicionales.
Seguidores de varias generaciones que admiran su belleza en las cintas mexicanas y hollywoodenses, junto a famosos como Arturo de Córdova, Gary Cooper, Burt Lancaster, Mario Lanza, Vincent Price, Rod Steiger o Charles Bronson. Fue en Hollywood donde conoció a Anthony Mann (a cuyas órdenes trabajaba en la película “Serenade” dedicada básicamente al lucimiento de Mario Lanza) con el que contraería matrimonio, el primero de los tres que celebró, además de un amago de emparejamiento, además de una excitante vida amorosa en la que participaron un considerable número de nombres masculinos procedentes del mundo del cine, de la empresa, de la ciencia, de las letras y de la política.
Sarita Montiel que es como muchos veteranos todavía la citan, aquella niña nacida La Mancha, como Don Quijote, rodeada, como el hidalgo, de molinos de viento reales, soñaba como él con un destino diferente al que estaba abocada por su condición social, y por eso cantaba. A todas horas y con cualquier pretexto para alegría de aquellas monjas de Orihuela a cuya escuela asistía una vez que su familia se trasladó a la localidad murciana. Fue en su adolescencia cuando el productor de cine Vicente Casanova, escuchándola cantar una saeta, intuyó las posibilidades artísticas que encerraba y la inició en el mundo del cine, tras someterla a una breve iniciación en la declamación y el canto. Es cuando María Antonia Abad Fernández nacida en el Campo de Montiel, Ciudad Real, el 10 de marzo de1928, pasó a llamarse Sara Montiel desde que en 1944 participa en “Te quiero para mí”, su primer trabajo cinematográfico. A partir de entonces una sucesión de pequeños papeles hasta el de notable importancia en “Locura de amor”, a las órdenes de Juan de Orduña, donde alternó cabecera con la también veterana y felizmente en este mundo Aurora Bautista, además de Fernando Rey o Jorge Mistral.
Transcurrido algún tiempo en el que Sara adquirió renombre universal por sus trabajos en el cine de Hollywood, Juan de Orduña vuelve a contar con ella para llevar adelante el proyecto de recuperar las canciones que se hicieron populares en los comienzos del siglo XX bajo la denominación de “cuplés”. Las canciones que tiempos atrás hicieron famosas Raquel Meller, La Fornarina, La Chelito, La Argentina, Pastora Imperio, etc. Sus letras y músicas pasaron a ser propiedad de Sara Montiel con su particular estilo de “decirlas” en la película éxito entre los éxitos “El último cuplé”.
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Con la música como elemento principal acompañando la belleza de quien la interpretaba, se sucedieron nuevos títulos que perfectamente fueron asumidos por el gran público haciéndolos figurar entre los mayores éxitos comerciales del cine español. “La violetera”, “Carmen la de Ronda”, “Mi último tango”, “La bella Lola”, “La reina del Chantecler”… Hasta agotar el repertorio de una época musical. Llegaron nuevos tiempos para el cine español, las ofertas que Sara Montiel recibió no le interesaron demasiado, ni tampoco precisaba de ingresos para vivir dadas las buenas sumas conseguidas en América y en su regreso al cine español donde los contratos eran millonarios. Su propia decisión la llevó a apartarse de su presencia ante las cámaras y dedicarse por entero a la música en espectáculos en directo. En ellos recuperó todo el repertorio de sus películas con una voz cada vez más grave a la que ayudó el humo de los cigarros puros que la enseñó a fumar Ernest Hemingway allá, en Cuba.
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Con sus canciones nostálgicas recorrió teatros y televisiones manteniendo su categoría de estrella, a la vez que de leyenda. Con la transgresión como bandera, Sara ha superado los 80 con su personal forma de entender la vida. De nuevo se ha situado ante las cámaras de cine, tras cuarenta años de voluntario apartamiento, para participar en “Abrázame” donde, en clave de humor, se parodia a sí misma en la que ha sido una vida de película. Según han trascendido los medios escritos, en la película Sara hace topless, toda ella enlutada y enjoyada, ante el cuerpo presente de su difunto marido en la ficción cinematográfica. Sara es muy dueña de lucir su cuerpo de la manera que mejor se le antoje y de hacer con él lo que le venga en gana, pero no puedo evitar que acuda a mi memoria una frase que se canta en la zarzuela de Pablo Sorozábal “Black el payaso”: “Señora, a su edad hay que tener formalidad”.
