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EL SANTO CASAMENTERO

El calendario indica que el próximo lunes, día 13, se celebra la festividad de San Antonio. Es la fecha en que murió el santo de Padua, mejor dicho, que fue destinado por la Orden franciscana en que ejercía a Padua, donde murió el 13 de junio de 1231, lejos de su Lisboa natal. Su canonización ha sido la más rápida en la historia de la Iglesia, ya que se llevó a cabo antes de cumplirse un año desde su fallecimiento. Su festividad es de las más populares, como lo es su nombre, uno de los más frecuentes entre la población española, la portuguesa y la italiana.


Por la fecha, supone una especie de despedida a la primavera para entrar de lleno en la época estival. Tiempo de calores a los que combatir con una mayor permanencia en el exterior de las casas, ya que hace años carecían de cualquier tipo de comodidad atmosférica más allá de provocar las “corrientes” de aire; de mayor algarabía callejera, de tardes de toros, tiempo de cañas, de citas, y sobre todo en Madrid, de verbenas. Ya lo recoge el dicho popular: ‘la primera verbena que Dios envía es la de San Antonio de la Florida’. De ahí la sugerencia que, desde los escenarios y a ritmo de habanera, hacía Celia Gámez: “Llévame a la verbena de San Antonio, que por ser la primera no “quieo” faltar”.


http://www.youtube.com/watch?v=5h1Gni6TU5c&feature=related


Es, en efecto, la primera, después vendrán todas seguidas hasta superar el estío. Anteriormente, aunque según apuntan los puristas se trata más que nada de una romería, está la de San Isidro que, como patrón de Madrid, también se festeja con aires de verbena en la pradera del Santo. La de San Antonio, para no tener que envidiar a los parisinos en cuanto a la fama de la “rive gauche”, se celebra en la orilla izquierda del río Manzanares, a la altura de La Bombilla y en las proximidades de la ermita de San Antonio, declarada monumento nacional por el valor artístico de las pinturas que la decoran, realizadas por Francisco de Goya, además de lugar donde reposan los restos del pintor aragonés. Murió en Burdeos pero es en Madrid donde descansan sus restos. Algo parecido al santo que la preside que falleció en la italiana Padua, de donde le viene su sobrenombre, pero que era portugués.


En el último medio siglo, pongamos ésta como cifra emblemática para referencia de nuestros recuerdos, han cambiado, entre otras cosas, los ritmos musicales y las bebidas. Los boleros y el schotis se han mutado por el rock y el rap, la sangría por el gintónic, el porrón por el vaso de tubo, el mantón de manila por la minifalda, el pañuelo en la cabeza por el piercing, el clavel por el cigarro, la palpusa de los chulapos por el pelo engominado de punta, los churros por las patatas light y el organillo por los bafles cargados de decibelios, pero en lo esencial todo sigue como entonces en los merenderos próximos a la ermita. Sobre todo el bullicio y la multitud de féminas, de todas las edades, aunque predominando las que están en edad de merecer, como se decía antes, que acuden para rogar al Santo que las encuentre novio con fines matrimoniales. El rito consiste en depositar trece alfileres en la pila de agua bendita o en un cestillo colocado al efecto, e introducir la mano presionando ligeramente. Según la tradición, el número de ellos que se incrusten en las yemas de los dedos o en la palma de la mano será el número de pretendientes que surgirá. Fueron las antiguas modistillas quienes crearon la liturgia y  eligieron como patrón a San Antonio. La costumbre sigue viva.


Como es lógico, en nuestra veintena de edad, los chicos acudíamos en esta fecha a colaborar con San Antonio, para no dejarle en mal lugar ante las que esperaban el milagro, esforzándonos al máximo para que pudieran apreciar la rapidez del mismo y la eficacia de sus encomiendas  al santo franciscano.


La situación está recogida en el libreto de la zarzuela “Luisa Fernanda”: “A San Antonio como es un santo casamentero, pidiendo matrimonio le agobian tanto…” Nosotros, en vista del agobio, qué menos que echarle una mano.


http://www.youtube.com/watch?v=R-0WkrJh_PI  


Existe otra tradición, además de las limosnas para el Pan de San Antonio para los pobres, que es encomendarse al Santo para que interceda en la recuperación de objetos perdidos. Entre los milagros relacionados en la ‘Chronica XXIV Generalium’ (núm. 21) se relata el hecho de un novicio que huyó del convento y se llevó un valioso salterio (Libro de los Salmos) que utilizaba San Antonio. El santo oró para que su libro fuera recuperado y el novicio fugitivo regresó al convento a devolverlo.


Patrón de los pobres, de las modistillas, de los viajeros, de los aguadores, de Lisboa, de Padua, de los ancianos, de las embarazadas, de las azafatas… y de las fiestas populares con que Madrid se anticipa al verano.


La de San Antonio, como todas las demás verbenas, ha perdido todo el tipismo  que la hizo popular. Apenas el ambiente festivo y juvenil (en ocasiones no tanto) de las que buscan novio “formal”, porque para los informales no hace falta ningún tipo de encomienda. Por supuesto, casi ninguna lleva mantón sobre los hombros y las que se deciden a lucirlo lo hacen con poca gracia y únicamente formando parte de un atrezzo en una escenografía trasnochada. Los merenderos de La Bombilla continúan, más o menos evolucionados y aparentes para la festividad con cadenetas y guirnaldas, aunque en ellos ya no se baile el chotis al compás de un organillo al que su dueño hacía girar la manivela con el codo. Aquello pasó, aunque algunos alcanzamos a verlo y disfrutarlo. Continúan, porque sin todo ello la verbena no sería tal, los coches de choque, las barcas, la noria, los churros, los caballitos que suben y bajan, el tiro al blanco y… las ganas de diversión que, ésas, nunca faltan en el Madrid verbenero. ¡A la verbena!


http://www.youtube.com/watch?v=Tst9ryMEflw&feature=fvwrel   

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