;
Cabecera Me Viene A La Memoria

¿NOS JUGAMOS UN FUTBOLÍN?

Hace unos días me tropecé en el obituario de un periódico con la esquela de un nombre desconocido para la gran mayoría de los lectores, el de Alejandro Finisterre. En las páginas de sociedad volví a encontrarme con el mismo nombre pero con mayor amplitud informativa que la del propio fallecimiento. Se trataba del pseudónimo de Alejandro Campos Rodríguez quien, según se detallaba, fue el inventor del futbolín. Ello puso en funcionamiento mi memoria que me trasladó a tiempos pretéritos: los de la adolescencia.
El apodo de Finisterre fue adoptado del lugar donde nació, ochenta y siete años atrás, el hijo de un zapatero al que la quiebra de su negocio le impidió seguir pagando los estudios de su hijo. El director del colegió le encargó de corregir los trabajos de alumnos de cursos más bajos con lo que le permitió continuar sus estudios. Más tarde ejerció como peón de albañil hasta colocarse en una imprenta. De ese ambiente surgió su conocimiento con León Felipe de quien acabaría siendo su albacea testamentario. La guerra civil le sorprendió en Madrid y en un bombardeo quedó sepultado bajo unos escombros resultando gravemente herido y cojo. Durante su estancia en el hospital conoció a otros que padecían su mismo impedimento físico que, lógicamente, les imposibilitaba para jugar al fútbol. Fue cuando surgió en su imaginación la idea del futbolín tomando como base el tenis de mesa. El invento lo patentó en 1937.


Al terminar la contienda y como consecuencia de sus ideas republicanas consideró su futuro que le llevó a Francia, Ecuador y Guatemala donde alterno sus inquietudes literarias con el desarrollo y fabricación de su invento. Pero también allí la política se interpuso en su vida ya que el gobierno de Castillo Armas ordenó su deportación a España donde pudo comprobar que el futbolín ya se conocía y era difundido por fabricantes valencianos de juguetes. Volvió a emigrar rehaciendo su vida en México, donde fundó la Editorial Finisterre desde la que editó la revista del centro gallego de aquél país, además de diferentes libros, alternando en su ejercicio como redactor de El Nacional.
 
En los tiempos de la transición volvió a España instalándose en Aranda de Duero para pasar posteriormente a Zamora donde, hace pocos días, falleció. Durante ese tiempo no paró de escribir, ejerciendo, además, como miembro de   la Real Academia Gallega.
Hoy existen reglas que normalizan el juego del futbolín y existen federaciones en todo el mundo que acogen a sus practicantes con diferentes denominaciones, según el país y el idioma: metegol, canchitas, taca-taca, fuchito, fuchín, futbolito, kicker, balilla, baby-foot, table football, foosball o langirt, entre otras.


Hecha esta semblanza recuperemos las imágenes que los recuerdos del futbolín me traen a la memoria y que se refieren a los tiempos juveniles de estudiante.
 
Ante la pregunta de algún miembro de clase de ¿nos jugamos un futbolín? eran muy pocos los que se negaban. Sólo era necesario disponer de una peseta, que es lo que la ranura exigía para que entregara las diez bolas. La pareja que perdía pagaba. Y allí, en aquellas salas de billares y futbolines, comentamos nuestras primeras impresiones sobre la vida,   confesamos nuestras preferencias sobre una u otra amiga del grupo y conocimos por primera vez el sabor del celta y del bisonte cuyo humo se introducía en nuestros ojos y nos impedía concentrarnos en la jugada. Cuando se organizaba la competición, la clase de física y química se quedaba sin quórum. No salimos físicos ni químicos pero desarrollamos nuestros reflejos ya que la bola, en plena jugada, es capaz de alcanzar los 120 km por hora, fortalecimos los músculos de nuestras muñecas y en la mayoría de los casos, estableciendo el plan de ataque diseñado entre todos, conseguimos salir con la chica que nos quitaba el sueño. Ellas, me imagino que también tendrían un punto de concentración donde desvelar sus secretos y sus preferencias sobre el sexo contrario. Ahora, vosotras tenéis la posibilidad de añadir un comentario para decir dónde era.


 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>