;
Cabecera Me Viene A La Memoria

PREPARANDO LA NAVIDAD

En algunos casos el ambiente navideño comienza a prepararse en pleno verano; concretamente la lotería que, ya en agosto, te la ofrecen. Y muchos hasta la compran. Poco a poco se van incorporando todos los aspectos comerciales de la que está rodeado. Las firmas de cava dejan salir sus burbujas antes de tiempo y los turrones su dulzor, los grandes almacenes decoran sus establecimientos compitiendo por ser el primero que lo haga, los perfumes lanzan sus aromas por la pantalla del televisor, los muñecos y juguetes en general se exhiben con todo el repertorio de habilidades que saben realizar y las calles se ven de repente iluminadas por estrellas de colores. La gente empieza a enloquecer para ver de qué forma poder adquirir todo lo que las distintas firmas comerciales les ofrece a través de la vista. Los bancos y seudobancos están al acecho y también anuncian sus productos en forma de préstamos para facilitarnos el acceso a tanta maravilla en oferta. De esta manera compramos este año y lo pagamos en los tres siguientes. El año próximo se volverá a caer en la tentación y la misma operación y la bola haciéndose cada vez mayor. Es la sociedad de consumo. Todo un mes dedicado a las compras como preparándonos hasta que llega de verdad la Navidad. Es el adviento al estilo de hoy. La nueva preparación para la Navidad en la que nos hemos sumergido pero que, verdaderamente, ni es preparación ni es nada. Puro consumo.


Recuerdo la preparación navideña de mi infancia. Recuerdo la de mi casa, pero en las demás tampoco era muy diferente; al menos las que conocía.


Comenzaba un mes antes, eso sí. Con ilusión que, de pequeño, está orientada al periodo vacacional. Empezaba por acudir al trastero y hacer sitio para poder llegar al fondo que es donde estaban las cajas que contenían el Belén ya que, tras un año, otros bultos se habían ido interponiendo entre los embalajes y la puerta. La tarea no era fácil ya que suponía desorganizar todo para volverlo a organizar con una nueva colocación. Nunca he comprendido para qué se guardan cosas que no sirven.


Menos mal que la casa era grande porque tanto bulto no hubiera sido posible en una ‘solución habitacional’ ni por soñación. Todo un lado del salón dedicado al Belén, de pared a pared. Corcho, serrín, luces, papel de estaño, arena, piedrecillas, papel azul para el cielo y todos los utensilios necesarios para el montaje: cinta aislante, tijeras, etc. El salón estaba durante días hecho un desastre. Naturalmente, también estaban las figuras que eran tratadas con mimo para evitar su rotura, algo que no siempre se conseguía. La tarea de desenvolverlas del papel en que se envolvieron el año anterior era lenta, delicada y al quedar libres del envoltorio las contemplabas y comprobabas que mantenían toda su integridad. Aparte de esta liturgia estaba el concebir un nuevo diseño de maqueta para cada año, lo que equivalía a probar de una y otra manera la colocación del castillo o del portal en un punto u otro, más o menos elevados, buscar el cauce para el río, situar a los adoradores, decidir la ruta de los magos con arreglo a la colocación de la estrella y reponer las bombillas que se van fundiendo. Un trabajo de arquitectura. Un lío, aunque muy agradable ya que, al cabo de los años, sigo insistiendo en lo mismo.


Había un acto complementario que era acudir a la Plaza Mayor (me refiero a Madrid pero en todos los sitios hay un mercadillo de Navidad similar) donde numerosos puestos albergan todo lo necesario para el belén: misterios, reyes magos, pastores, lavanderas, familias de animales, casas, rey Herodes, escolta, castillo… y portal. Figuras, entonces, de barro y hoy de plástico pero que, afortunadamente, se continúan vendiendo en el mercado navideño de la Plaza Mayor para quienes todavía conservamos la tradición de instalar en casa un belén. Dado el cuidado en su manipulación, conservo prácticamente todas aquellas figuras de mi infancia. Casi todas de barro.


A través del lento proceso de instalación desarrollo mi particular adviento, mi preparación a la Navidad. Es mi acercamiento a la madrugada del día 25 sin necesidad de deslumbrarme con luces ni extasiarme en escaparates, ni empacharme de dulces ni pagar precios que, fuera de estas fechas son mas bajos. Paso de ello. Se disfruta igual, o quizá más porque preparar el belén tiene un significado que no se encuentra en las viandas ni en los espumosos. Todavía está sin terminar de organizar, pero desde el aspecto que ya se adivina, como fondo, quiero desearos, a todos los seguidores de Mayormente, una feliz Navidad.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>