;
Cabecera La Hora de la familia

La Cuidadora

Lo primero que habría que hacer serían cuentas. Si al salario (más S.S.) que se paga le añadimos el gasto de la guardería y el gasto que supone el comer  fuera de casa, no se qué cifra neta queda del salario de la madre trabajadora (si es que queda algo…).


A continuación, habría que estudiar a fondo el perfil de estas profesionales a cuyo cargo quedan los bebés. El primer eslabón es el del idioma; salvo las de origen sudamericano (y aún así, también estas tienen muchos modismos que distinguen su léxico del nuestro), las de los países del Este apenas saben el español. ¿Cómo, pues, van a ir aprendiendo sus primeras palabras?. Entiendo que se puede ir produciendo un no deseable retraso cuyas consecuencias pueden resultar nefastas en sus primeros años de escolaridad…


Siguiendo con el análisis de las cuidadoras, la mayoría tienen también hijos pequeños que desgarradoramente han debido dejar en sus países de origen; muchas veces con posibilidades prácticamente nulas de producirse reagrupamiento familiar y consecuentemente con tiempos larguísimos (años) sin poderles ver siquiera. Y yo me pregunto: en tan duras y penosas circunstancias, ¿van a ser capaces cabalmente de transmitir cariño y amor pleno a las criaturas a su cargo, o más bien la pena que soportan, comprensible y humana, les puede hacer estar en un estado anímico de muy  bajo nivel que transmiten a su  vez a los peques?: tristeza, bajo ánimo, descuido personal, pueden ser sólo algunas de las características que les van transmitiendo día a día.


Cuando en sus funciones también entra el cuidado alimentario, las notables diferencias en las formas de preparar los alimentos (incluidas variedades y cantidades) pueden asimismo ir marcando pautas tan alejadas de nuestra maravillosa  dietas mediterránea como rayanas en la escasez, poco equilibrio alimenticio, etc., etc…


Todas estas reflexiones me vienen a la mente cuando muchas veces, estando yo también de ”cuidador” en el Parque, noto cómo muchos críos (desconocidos por mí) se me quedan mirando por un lado (como viendo a alguien extraño, de ”otro color”, y eso que no soy muy blanquillo precisamente) y por otro me sonríen, con una sonrisa que transmite el recuerdo al verme de algunos otros personajes de su familia cuyas presencias no les resultan tan continuas a diario tal como ellos desearían:(¡qué pena!)…


Creo que este análisis de nuestra realidad es tal cual lo comento. La solución sin duda deberá pasar por la puesta en práctica de auténticas y generosas políticas  familiares que supongan ayudas económicas para que las madres (ó padres) puedan libremente dedicarse al cuidado de sus bebés, como ocurre en la mayoría de los países de la UE y que ya hemos tenido ocasión de analizar en otras ocasiones.


La mejor cuidadora, la Madre.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>