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La Rioja

Hace más de cuarenta años que conocí La Rioja, esa bendita tierra labrada básicamente en torno al Camino de Santiago. Llena de sol, de luz, de vides y de buena gente. Siempre he dicho que el riojano tiene lo mejor del castellano y lo mejor del vasco. ¡Ahí es nada!…

Como digo, hace más de cuarenta años que conocí a “la niña de Logroño”, con la que me casé y…hasta ahora. Y cada vez que vuelvo por aquellos pagos, más enamorado sigo de la tierra riojana.

Su gastronomía, para mí, es la mejor de España. Sencilla, de calidad y con el condimento justo y apropiado. Cómo será que el cordero, por ejemplo, lo preparan sólo con agua y sal. Y ¡ríete del de Aranda!. Nada que envidiar.

La simpleza de sus platos estrellas nos lleva a unas maravillosas “Patatas a la Riojana”: con chorizo. Literalmente, para chuparse los dedos. E igualmente, unas “pochas”, por las que el inolvidable PEPE BLANCO (de allí nacido) se hacía más de 300 kilómetros (desde Madrid), sólo por degustarlas…

Los “embuchados”, a base de tripas de cerdo, es otro bocado exquisito, propio de la tierra. Con ellos se consigue demostrar que hay cerdo más allá del jamón (que ya es decir).

Unas “Chuletillas al Sarmiento”, acompañadas de excelentes pimientos nos harán seguir sintiéndonos como en la gloria, y de postre…

La fruta es también algo extraordinario. Melocotones, peras, picotas y, cómo no, unas incomparables uvas que por estas fechas septembrinas alcanzan su plenitud…

Y del vino, qué decir. Aunque respeto otras opiniones, para mi gusto el RIOJA es el mejor del mundo.  Y hablo con conocimiento de causa. Los he probado de todos los continentes. Para mayor conocimiento, puede girarse una visita a cualquiera de sus afamadas bodegas. Es el llamado “enoturismo” que cada día gana más adeptos. Por algo será…

Si buscamos historia y cultura, la encontraremos a granel. A modo de selección, me quedo con la “Ruta de los Monasterios”. SUSO Y YUSO, cuna de Gonzalo de Berceo y por consiguiente, del castellano. CAÑAS (mi favorito), con su inigualable cristalera. Y para acabar, VALVANERA, donde los benedictinos cuidan de la imagen de Nuestra Señora de VALVANERA, patrona de La Rioja. Pasar una noche en su hospedería (desayuno incluído), es literalmente dormir a las puertas del cielo…

Tampoco puedo dejar de acercarme a ver las huellas de los dinosaurios, certeramente acreditadas. Y de paso, en la villa de ARNEDO, me aprovisiono de los maravillosos zapatos PITILLO. Los más cómodos del mundo (sin exageración).  Desde hace más de treinta años ya no uso otros. Y ando como los ángeles. Ni un callo, ni una rozadura…

Como fiestas más populares y atractivas, me quedo con estas: la carrera de caracoles de TRICIO, retransmitida por varias cadenas internacionales de TV. (Por cierto, aprovechando la visita, no dejar de probar unos ‘Caracoles a la Riojana’. ¡Celestiales!…).

Los “picados” de SAN VICENTE DE LA SONSIERRA, algo único e inolvidable, en Semana Santa.

En ANGUIANO, asistir a la bajada por sus empedradas y empinadas callejuelas de los mozos calzados en zancas de más de un metro de altura, es algo que le deja a uno “pasmao”. Impresionante, inolvidable  e increíble.

Como se celebran en el último domingo de Septiembre, aprovecharé  mi obligada visita de los San Mateos para acercarme. Previa visita en la capital a la “senda de los elefantes” (calle Laurel y adelaños), donde se encuentran los mejores pinchos del mundo mundial. Con los exquisitos “champis” de SORIANO a la cabeza…

Y como colofón, un buen partido de pelota. Ver al gran TITÍN III en acción es algo fuera de lo común. ¡Siempre gana!.

¡No vemos en La Rioja!…

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