En la vida en pareja el mayor tesoro que pueden tener es el de la Fidelidad entre ambos. Y en consecuencia, la mayor desgracia es que uno de ellos (o ambos) no lo sean.
El problema se acrecienta si hay hijos de por medio. Son los inocentes sufridores de un drama que generalmente va a marcarles de por vida. Con razón se dice que la mejor formación es el ejemplo. De ahí que si no tienen un correcto espejo en el que mirarse, difícilmente serán en sus vidas de futuro fieles hacia su pareja…
Hablando de formación, es una de las mayores carencias que la denostada Educación para la Ciudadanía tiene. No se transmite a los jóvenes la importancia que para la felicidad plena de la vida en pareja conlleva mantener siempre y por encima de todo la Fidelidad.
Como todo en la vida, muchas veces costará mantenerla. Nadie estamos exentos de sufrir tentaciones. Pero es ahí donde precisamente hay que sacar fuerzas y saberlas vencer: por el bien de uno mismo, por el del cónyuge y por el de los hijos. Lo fácil (y cómodo) es “dejarse llevar”. Ahí radica la altura de miras de la persona afectada…
También es sabido que con los años se va perdiendo atractivo físico. Pero en un Amor entre hombre y mujer fuerte y sólido, existen otros valores que deben compensar tal circunstancia. Y entre otros, el de la Fidelidad es uno de los más valiosos.
El asunto se desmadra a niveles inconcebibles cuando la diferencia de edad entre uno y otra (o una y otro) hacen parecer que más que pareja de hombre y mujer, tengan la apariencia de padre e hija (o madre e hijo). Sencilla y llanamente, ridículo. En todo caso, cada cosa a su tiempo y un tiempo para cada cosa…
En determinadas ocasiones, cuando de personajes públicos se trata, la cosa se prefiere “ocultar”, como si la relación fuera normal, cubriendo las apariencias. No estoy de acuerdo con tal tratamiento dado al “problema”. Lo menos que se puede hacer es encarar la situación y “apechugar” con ella. Nada de “no, pero sí o sí, pero no”. O sí o no. Como se dice en mi tierra castellana, “al pan, pan y al vino, vino”. Para eso precisamente está el divorcio.
No existe acontecimiento familiar más hermoso que la celebración de unas bodas de plata en paz y armonía, producto entre otros elementos de una Fidelidad continuada a lo largo de esos años. No digamos ya si de las de oro se trata. ¡El éxtasis!.
Quienes no tienen la oportunidad de saborearlo y disfrutarlo por causa de infidelidades, no saben lo que se pierden. Y lo terrible del drama es que no hay marcha atrás.
(¿O tal vez sí?…).