El diabólico sitio llamado trastero puede ser motivo de separación conyugal.
Se lo tengo dicho/avisado a mi mujer: el trastero puede ser causa de separación. O él o yo. No puedo más, no hay quien lo aguante. Es como una segunda casa…en ocho metros cuadrados.
Las cosas que hay en esa segunda casa se dividen en dos: las “fijas” y las “ambulantes”. Aquellas están estables, estas suben y bajan, entran y salen según época del año…
Entre aquellas se acumulan enseres de tres generaciones. De los abuelos, de los padres y de los nietos. Cuadros, vajillas, cunas, juguetes, menudencias que, según mi mujer, no se pueden tirar ninguna a la basura. Y así, con el paso del tiempo se van acumulando más y más. Un auténtico bazar chino…
El problema gordo surge cuando hay que buscar/encontrar aquél salero, aquél cuadro, aquella sopera, aquella lámpara…hay que sacar todo y cuando ¡por fin! se encuentra, volver a meter todo lo demás. Tremendo…
Las “cosas” de temporada se dividen en dos: las de calendario fijo (ropa) y las de discontinuo (maletas). A su vez, la ropa se subdivide en cuatro: primavera, verano, otoño e invierno. Y las maletas, entre navidad, semana santa, veraneo, puentes y demás zarandajas , suman unos diez viajecitos de “sube y baja”…
En Navidades hay viajes suplementarios: los de esconder los regalos de Reyes y volverlos a sacar la noche mágica para ponerlos en el salón. También en verano hay otros viajes extra: además de la ropa de temporada: los bañadores, amacas, sillas, toallas, flotadores, gafas de buceo, aletas, neveras de playa, sombrillas y demás utensilios…
Sin caer en exceso, bien pueden calcularse unos 30/40 viajecitos anuales al fatídico y lúgubre destino trasteril. Con el consabido dolor sobrevenido de espalda, cabeza, riñones, muñecas, y demás miembros del cuerpo que colaboran en el lleva y trae, sube y baja, saca y mete…
Y todo ello, sin contar los consabidos viajes extra del “olvido”. Siempre se olvida algo y hay que volver. Otros diez o doce viajecitos de propina. ¡Me cahis!…
Reflexionando sobre todo esto que aporta la modernidad de las casas con trastero, me pregunto: ¿cómo podrían vivir nuestros padres y abuelos sin ellos?. Y la respuesta es clara: ¡¡¡Felices!!!…
Voy a poner un anuncio en portería: “VENDO/ALQUILO /REGALO TRASTERO”.
Y problema resuelto…