;
Cabecera La Hora de la familia

Cuento de Navidad


Rosarito y Miguelín son dos preciosas criaturas. Hermanos de nueve y ocho años respectivamente. Aquellas Navidades las vivieron en un sin vivir, a propósito de unos comentarios que días antes, en su cole habían corrido como la pólvora, llegando a sus infantiles oídos: “los Reyes son los papis”…                                                            

En la soledad de su habitación y cuidando de que nadie oyera su íntima conversación, habían consumido largas horas de debate acerca de la terrible e inesperada noticia. ¿Sería verdad?, se preguntaban ambos angustiados. Y cada uno aportaba datos a favor y en contra de la veracidad o no del asunto.                                       

Rosarito, como más mayor, aducía que era imposible que en una sóla noche les diera tiempo a ir a tantos millones y millones de hogares. Por su parte Miguelín, más reacio a admitir lo inevitable, defendía la tesis de que tenían “poderes” y, además, estaba harto de verles en persona año tras año en la cabalgata. Incluso había hablado con alguno de ellos más de una vez al llevarles en mano la correspondiente carta. Existían de verdad, ¡seguro!…                     

La noche de Reyes de ése año fué muy especial. Si históricamente les costaba muchísimo conciliar el sueño, esta vez fué imposible. Un auténtico duerme vela que les llevó a oír claramente las conversaciones de sus padres en el salón mientras iban colocando con cuidado y al detalle los regalos junto a los lustrosos zapatos que previamente y como cada año habían dejado preparados.              

No había, pues, duda alguna. ¡Eran ellos!. Dolorosas lagrimillas asomaron a los ojos de los dos hermanitos. En tal estado de excitación, no pudieron pegar ojo literalmente hablando. Hasta que, llamados por los alegres gritos de sus padres al amanecer, hicieron como si se despertasen y acudieron al salón, eso sí más despacio que de costumbre y sin el consabido alboroto…                                    

Los padres notaban algo raro en el ambiente. Como menos alegría en sus caras. Y eso que prácticamente Sus Majestades les habían traído casi todo lo que habían pedido… “¿Os pasa algo?”, les preguntaron, con una especie de quinto sentido paternal que les hacía presagiar que efectivamente “algo” pasaba… Los niños, con la voz entrecortada y hablando al unísono contestaron con un halo de tristeza: “es que sabemos que los Reyes Magos no existen, sois vosotros los que poneis los regalos”. Anoche os oímos, no estábamos dormidos…   
 
El padre tomó la palabra. Los sentó sobre sus piernas y comenzó a decirles: “Mirad hijos, sabeis que nunca os mentimos, siempre os decimos la verdad. Naturalmente que existieron los Reyes Magos, que como sabeis llegaron desde Oriente para adorar al Niño Jesús, recien nacido. ¡Incluso sus restos descansan en la Catedral de Colonia en Alemania!” (la madre, ráuda, buscó en Google y los hermanos pudieron leer lo exacto de cuanto papá les decía)…  

El problema, continuó, se planteó cuando al llegar al cielo, al morirse, le dijeron a Jesús (que también ya estaba allí) que cómo se las iban a ingeniar para llevar a millones y millones de niños de todo el mundo tantos y tantos juguetes en una sóla noche. Jesús les miró y les dijo: “¿no recordais lo que dije allá abajo de que para Dios nada hay imposible?”… Pues mirad. Lo que teneis que hacer es nombrar pajes a los padres de cada niño. Así tendrán dos cada uno de ellos. Y les podrán llevar tranquilamente todos los juguetes que os pidan”… Así pues, hijos míos, ésa es la verdad.                                              

A Rosarito y Miguelín les cambió el semblante. Una inmensa sonrisa de total felicidad les embargó. Se abrazaron gozosos a papá y mamá y aquél grupo no hacía más que cantar y llorar de felicidad inmensa. La alegría era total y maravillosa.
 
Así acabaron las mejores e inolvidables Navidades que Rosarito y Miguelín habían vivido nunca hasta entónces. No se les olvidaron el resto de sus vidas…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>