Carlos Morín ha sido absuelto por la Sección Sexta de la Audiencia de Barcelona de los 90 abortos ilegales que había cometido en sus tres clínicas ginecológicas barcelonesas. 90 por los que se le juzgaba, aunque el mal nacido había practicado muchísimos más. El Fiscal pedía una pena de 273 años de prisión.
Me niego a llamarle Doctor a este pajarraco peruano, afectado de sida (completito, vamos). Su concepto del sagrado juramento “hipocrático” (compromiso del médico de actuar siempre en beneficio del ser humano y no perjudicarle nunca), lo ha cambiado “hipócritamente” hasta el extremo.
Tan hipócrita es el sujeto que llegó a decir durante el juicio que en los casos en que el informe del correspondiente psiquiatra “aconsejando”/”autorizando” el aborto se había extendido sin conocer siquiera a la mujer embarazada, era porque “no hacía falta”. (¡La madre que le parió!…).
Llegó a efectuar abortos sobre fetos de hasta ¡siete meses!, a pesar de que la Ley entonces vigente (la de 1985) los prohibía taxativamente a partir de las 12 semanas de gestación.
Una de las partes acusadoras personadas en el proceso era la empresa fabricante de las “trituradoras” empleadas para eliminar todos los “restos” (pruebas) de sus terribles crímenes. La empresa aducía que sus clientes eran normalmente restaurantes, fábricas de carne, mataderos, etc. ¡Nunca jamás clínicas médicas!…
Para completar el desolador panorama, cientos de menores también fueron masacradas por el pajarraco.Madres víctimas de su ignorancia sobre otras alternativas para sus bebés. Y por supuesto, sin ninguna autorización paterna que valiera, ¡faltaría más!…
Según mis noticias, las presiones de mafiosos laboratorios con bastardos y grandes intereses económicos en el “negocio” han podido influir decisivamente en la decisión de los impresentables jueces de la Audiencia catalana.
Ahora que, por desgracia, tan en boga están casos de corrupción de todo tipo y pelaje, bueno sería que se investigasen a fondo estos comportamientos delictivos que aquí denuncio.Tanto de los juzgados como de los juzgadores…
Sólo me queda un consuelo. La Fiscalía, como no podía ser de otra forma, va a recurrir la inexplicable sentencia.
Lo dicho, un “pájaro” asesino anda suelto. ¡A cazarlo!…
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