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Cabecera La Hora de la familia

La Familia y la transmisión de la Fe

Aprovechando estas fechas en las que se celebran las primeras comuniones en muchas familias, pienso puede ser interesante alguna que otra reflexión sobre el papel (fundamental) que la familia debe jugar en la formación cristiana de los hijos.

Los datos de una reciente encuesta de la Fundación SM son realmente preocupantes. Un 62% de los jóvenes españoles afirma no asistir nunca o prácticamente nunca a la iglesia. Sólo un 7% cumple con el precepto dominical de ir a misa y el porcentaje que dicen no rezar nunca es de casi el 60%. Y para acabar, nada menos que  un 88% de los entrevistados señalaban que habían sido sus padres quienes les habían transmitido la fe.

A la vista de estos datos, lo primero que se me ocurre pensar es que algo falla en la transmisión de fe en la familia. Generalmente  se limitan al bautizo y primera comunión. A partir de ahí, la cosa se olvida. Hay que considerar que la enseñanza no debe quedar interrumpida tan tempranamente. Es como si a los nueve años dejasen de hacer ejercicio. ¿Cómo se iban a desarrollar físicamente?…

Ya es sabido que la mejor enseñanza es el ejemplo. De ahí que lo mejor que pueden hacer los padres es dar ejemplo y como buenos cristianos, ir a misa los domingos, rezar y por supuesto ser consecuentes en sus vidas con los principios cristianos de amor hacia el prójimo…

Hablando de rezos, hay una muy sana y antigua costumbre de bendecir la mesa. No hay por qué  perderla. Basta con un “bendice Señor los alimentos que vamos a tomar y te damos gracias por ellos”. Irá poco a poco calando en los componentes de la familia y lo traspasarán a las suyas en el futuro…

Si los niños perciben que para sus padres la fe no es importante, todos los esfuerzos evangelizadores de las parroquias y colegios tendrán mucho menor eco. Si ellos ven  y perciben que Dios ocupa un lugar importante en sus vidas (de los padres), será más fácil que ellos mismos puedan experimentar a Dios en sus almas.

Aunque muy frecuentemente se cae en el error, no se debe delegar en los abuelos la enseñanza práctica de la fe. Y por supuesto que los abuelos deberán a su vez ser siempre muy respetuosos con las decisiones de los padres. Y así, si un fin de semana se los dejan y saben que sus padres no quieren que vayan a misa, pues por muy católicos que sean, se harán “de tripas corazón” y no llevarán a misa a los nietos, aún con ardo dolor de corazón…

La denominadas “misas de niños” son magníficas oportunidades de apuntalar la fe en los hijos, asistiendo  a ellas en familia. Los críos participan activamente: en las lecturas, las ofrendas, los cánticos y demás actividades propias del acto. Será mucho más fácil acercarles a la fe.

Personalmente he de confesar que me siento mucho mejor cuando asisto a misa en compañía de hijos y nietos. Me impregno mucho más en el mensaje de Jesús: “si  queréis  entrar en el reino de los Cielos, sed como niños”…

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