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Ignorancia supina


El Obispo de San Sebastián, D. JOSÉ IGNACIO MUNILLA es de esos hombres excepcionales que habitan en España. Persona de recias y profundas convicciones, dice lo que siente y piensa lo que dice. Algo, por desgracia, bastante inusual en estos tiempos que corren.

Es un comunicador de primer orden y recientemente he tenido el placer de oírle en una charla que dio en el colegio del que es antiguo alumno uno de mis hijos. El título de la misma, “Ser católico hoy en día. Vivir contra corriente”. Actualidad de primer orden, pues.

Monseñor MUNILLA tiene una especial flema hacia la juventud. Sabe conectar con ellos. Por algo es el máximo responsable de ella en la Conferencia Episcopal Española. El numeroso auditorio juvenil que asistía a su exposición quedaba literalmente pasmado al oirle. Y los mayores también.

El Obispo donostiarra (de diócesis y de nacimiento), emplea un lenguaje directo y claro. De caserío, diría yo. Porque, como él mismo reconoce, es nacido en un caserío de su Guipúzcoa natal. Salvando las distancias geográficas, recuerda muy mucho al Papa FRANCISCO. Sencillo y llano en la expresión y forma, aunque profundo y claro en el mensaje de fondo. Que es lo que a la postre importa.

MUNILLA anima a los jóvenes a implicarse en una vida cristiana. En sus principios y valores. Que no debe confundirse con beaterías ni antigüayas por el estilo. Estar en el mundo, ser modernos. Pero teniendo como norte el mensaje de JESÚS: ama a los demás, como a ti mismo. En consecuencia, no te quieras mal, con materialismos y positivismos absurdos que a lo único que le van a conducir es a malgastar inútilmente los mejores años de la vida.

Con gran acierto, D. JOSÉ IGNACIO entiende que el mayor de los problemas que la actual crisis económica nos ha traído es el de la gran ignorancia reinante. Incluso en ámbitos universitarios. Y con ese lamentable bajo nivel será muy difícil superarla. Así que manos a la obra (del conocimiento).

Comentó dos anécdotas vividas por él personalmente. Son tremendas.

Durante una charla dada el pasado año en la Universidad del País Vasco, al emplear el término “cainita”, fue interrumpido por uno de los asistentes quien le preguntó qué significaba la misma. Tras explicar que hacía referencia a CAÍN, la cosa no acabó ahí. MUNILLA no salió de su asombro cuando, a preguntas de otros asistentes, tuvo asimismo que explicar quienes eran CAIN y ABEL. ¡Y eso nada menos que en un foro universitario!, como digo…

La otra anécdota también fue de órdago. Reunido con un grupo de jóvenes, en la rueda de presentación de qué estudiaba o en qué trabajaba cada cual, uno dijo que era seminarista. “¿Y eso qué es?”, comentó uno ante el desconocimiento general. Y alguien (muy seriamente) replicó: “donante de semen” (sic)…

Este es, por desgracia, el panorama.

Y como muy bien razona MUNILLA, la oportunidad para aquellos jóvenes que realmente se cultiven, aprendan y se esfuercen es muy buena. Ante tanta ignorancia, el saber ocupa un lugar preferente, de éxito.

Deben estar indignados, sí. Pero contra la ignorancia, la mediocridad y la tibieza. No les será difícil triunfar a los que aprendan, sepan y sean nobles y comprometidos con una vida de VALORES.

¡Muchas gracias!, D. JOSÉ IGNACIO. Y que Dios le siga apoyando en su excepcional mensaje a la juventud. Que falta hace…

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