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Cabecera La Hora de la familia

Desenfadarse

Una reciente (y exitosa) campaña publicitara de un conocido banco ha tomado como eje central de su mensaje el de “DESAPRENDER”, como contrapartida a salir de los errores que generalmente se tienen sobre las prebendas y beneficios que las entidades financieras ofrecen a sus clientes. Tema, por desgracia de rabiosa actualidad…


El quid del mensaje consiste simple y llanamente en “aprender” de nuevo, de los errores anteriores; y así, el nuevo cliente del banco anunciador se encuentra no sólo con que su cuenta no le supone gasto alguno (comisiones), sino aún más: le devuelve un % de los recibos en ella domiciliados. Perfecto. (Y así les va de bien a la citada entidad…).


El tema me viene al pelo respecto a uno de los problemas que más frecuentemente suelen producirse en las relaciones interpersonales y sobre todo fundamentalmente en las de pareja: es más que frecuente estar enfadándose cada dos por tres. Muchas veces por motivos banales, pero suele quedar el mal poso…


En estas fechas de los primeros calores, los datos estadísticos de los enfados entre las parejas se disparan. Y en muchas ocasiones, cuando la temperatura ambiental se suaviza, generalmente de noche, las aguas vuelven a su cauce. Afortunadamente. Aunque no siempre es así…


De la misma manera que se dice que “dos no discuten si uno no quiere”, se podría extrapolar el dicho al de “dos se desenfadan si uno lo quiere”. Ahí radica el quid de la cuestión: que uno de los dos de el primer paso. Valientemente. Lo normal será que el otro lo acepte y “aquí paz y después gloria”…


Claro que, además de valentía, para dar ese primer paso hay que tener también un buen sentido del humor. Puede hacerse una prueba fácil. Hágase una foto uno mismo con cara de enfadado y verás cómo te ríes… de ti mismo.


Alegría de espíritu para ver claro que es mucho mejor estar contento y feliz con el otro (otra) que  enfadado. Aquél es un estado de ánimo que supone alegría y felicidad. Éste sólo supone tristeza, dolor y pesar. Así que la cosa no ofrece dudas sobre cual de los dos es mejor…


Habría que matizar que ese espíritu de alegría y felicidad al que hago mención no deberá ser de tipo “animal”: feliz por haber comido bien, por hacer buen tiempo, por ganar mucho dinero, por estar en buen estado físico. Eso es fácil. Lo siente y le ocurre a cualquier animal (irracional).


Lo que a los animales racionales nos debe distinguir es precisamente el de ser capaces de “pensando”,  llegar a la conclusión de que para ser felices es mejor estar alegres, con sentido del humor y saber superar rápidamente esos enfados, sean de quien sean las culpas.


Mías o del otro (a).

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