Un año más, y van muchos, el 31 de enero a las 12 de la noche toca tomar las uvas (otros dátiles, otros rosquillas…); en casa somos muy clásicos (los de segunda y tercera generación dicen que en exceso) y seguimos con las uvas, como está mandado, peladas y pequeñas, que se atragantan menos.
Le pregunta es: ¿no deja de ser un poco contrasentido celebrar que nos quede un año menos de vida?…
Pero, como el sabio que iba pensando en seguida se encuentra la respuesta: se trata de celebrar que el próximo sea mejor (algunos piensan: “peor imposible”…).Son a los que les ha ido fatal en el que termina y alimentan la esperanza, que ya se sabe, es lo último que se pierde.
Abusando del tópico, para mí ha sido mejor que el anterior pero peor que el próximo. Esto me lo digo cada año y así me animo y auto elevo la moral, que, ya se sabe en la tropa nunca debe decaer y más en la familiar. Y como, queramos o no somos “los referentes”, pues eso: a subir la moral. Que no decaiga, que diría un castizo (como yo).
Es la hora del recuerdo para los que se han ido, bien en el año que acaba o en anteriores. Y de bienvenida a los que llegaron o llegarán. A estos últimos en la familia siempre se les ofrece un muy especial brindis…
Personalmente haré uno muy cariñoso por “MAYORMENTE”, que me ha supuesto un muy agradable foro de intercambio de opiniones: os invito a que levantéis conmigo la copa y brindemos por su larga vida que todos le deseamos.
Y luego, pues ya se sabe: la desbandada. Cada uno a lo suyo: a su fiesta, a su bola, a su rollo, como dicen los chavales.
Y en la paz alegre del hogar nos quedamos los de siempre: abuelos, pubertos y tierna infancia. Y a darle a la música, a los juegos reunidos, al mazapán y a la sidra: ¡el muerto (2006) al hoyo y el vivo (2007) al bollo!
¡FELIZ AÑO NUEVO AMIGOS!
