El nombre de Caroline Aigle a muchos no dirá nada. Pero si vamos a Francia, en cualquier rincón oiremos decir: ”Sí, Caroline, la heroína…”
Caroline fue la primera mujer que alcanzó el grado de Piloto de Caza en Francia, y futura astronauta. Su arrojo le llevó a consumir 1.600 horas de vuelo, consiguiendo numerosas condecoraciones por su valor. La última vez, el pasado mes de Mayo, y los asistentes a la demostración aérea la vieron pasar con sus dos hijos: uno le llevaba de la mano, el otro en su vientre. Estaba embarazada de tres meses.
A mediados de Julio, Caroline recibió la noticia de su cáncer en fase terminal. Para que tuviera alguna posibilidad de vivir tendría que recibir un tratamiento muy agresivo y en consecuencia y en primer lugar, debería abortar a su hijo. Pero Caroline había nacido para luchar, no para rendirse. Pensó que lo primero era su hijo. Y decidió postergar el tratamiento para no dañar al bebé.
La criatura nació con seis meses. Le pusieron por nombre Gabriel, porque anunciaba la vida, no la muerte. Todavía a día de hoy no es seguro que viva; todavía lucha por la vida, pero viniendo de la estirpe que viene, es seguro que aprovechará su oportunidad. Su madre, que pudo verle en varias ocasiones antes de morir (en Septiembre), decía que ”él tiene el derecho de tener posibilidades como yo”. El marido de Carolina, Christofer, también piloto, señaló: ”éste fue su último combate y lo ganó”.
La Armada Francesa está de luto por su doblemente heroína. Y todo el país también. En los tiempos que corren, en que se aborta porque el parto va a complicar un mes de vacaciones o que no se tengan hijos durante los próximos diez años para no complicar el pago de una segunda casa en la costa, el ejemplo de Caroline es admirable.
Vivimos en una época en que la vida humana vale bien poco y donde el egoísmo es la principal Ley. Casos como el de Caroline nos hacen pensar que todavía quedan seres capaces de darlo todo por los demás.
¡Merçi, Caroline!
