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Cabecera La Hora de la familia

Madre Coraje

María Jesús González era una guapa chulapa madrileña. A principios de los 70 coincidí en la misma empresa con ella. Era una eficientísima empleada, de las que estaban antes de las ocho y se marchaba la última. Mujer de gran atractivo físico, hacía que los jefes tuviéramos que estar al tanto de los jóvenes que de vez en cuando se distraían de sus obligaciones, mirando embobados a aquella guapa chica de su Vallecas querida.


Además de trabajar, preparaba afanosamente sus oposiciones al cuerpo auxiliar de Policía, que con mucho sacrificio acabaría sacando al cabo del tiempo. También sus esfuerzos laborales tenían como fin el ayudar a su Manolo (taxista) a hacerse con la costosísima Licencia. También Manolo pudo sacarse su Licencia, se casaron, tuvieron una hija y fueron felices hasta que…


Aquél trágico 17 de Octubre de 1991 un criminal atentado de ETA sesgó sus vidas  para siempre. María Jesús, como buena madre, llevaba a su pequeña Irene al colegio. Una bomba lapa se llevó las piernas de Irene y otra de Maria Jesús, además de uno de sus brazos.


En cuanto madre e hija salieron del Hospital, María Jesús le dijo a su hija: ”vamos a vivir como si no nos hubiera ocurrido nada”. Dicho y hecho. Irene cursó muy brillantemente sus estudios. Se licenció en Periodismo y Psicología y comenzó una extraordinaria carrera que le llevó a la cúspide profesional. María Jesús, dando ejemplo, comenzó a colaborar activamente a favor de las víctimas del terrorismo, llegando a ser delegada en Madrid de la AVT, a la par que Vice-Presidenta. Una y otra se miraban como ejemplo a seguir. La desgracia no pudo con ellas. Y Manolo, cómo no, apoyando…


Hasta otro aciago día  en que fueron recibidas por el Presidente Zapatero en Moncloa. Seguramente sabedor de las ideas políticas de María Jesús, se le acercó discretamente y le dijo: “yo también he sufrido el dolor de perder a mi abuelo”… María Jesús se quedó de una pieza. Tuvo la tentación de empezar a detallarle la serie de desgracias familiares que en la guerra su propia familia había sufrido. Pero, en un acto de indudable coraje, y por respeto institucional, prefirió no hacerlo. Pero, en ése momento, vio la luz. La batalla estaba perdida. Así que allí mismo, en el Palacio de la Moncloa, tomó la firme decisión de exiliarse a Canadá.


¡Mujer y socialista de una pieza!


El pasado sábado 24 de noviembre la volví a ver en la manifestación en Madrid de la AVT. Allí estaba ella, en primera línea, con su Irene del alma en su silla de ruedas y su Manolo al otro lado. Egregia, entera, de una pieza. Hacía más de treinta años que no habíamos vuelto a vernos. No hicieron falta palabras. Un beso, una mirada profunda y todo quedó atado en nuestros corazones.


Parafraseando tu bíblico nombre, María Jesús, te recuerdo lo de “recibirán ciento por uno”.


¡Dios os bendiga!…

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