En primer lugar, para la Abuela traerle otra dosis anual de ése maravilloso ánimo que tan extraordinarios efectos produce(incluída su belleza, cada día está más guapa…), tanto en ella como en el resto de la tropa.
A mi hijo mayor un ascenso para que pueda abandonar el club de los “mil-euristas”; ya va siendo hora. Y para su mujer, unas gafas especiales para ver claro que no es cierto lo que tantas veces repite de que “es como su padre”.
Al pequeño, una mesa de estudio (ya se que la que tiene parece nueva, de lo poco que la ha usado), pero a lo mejor cambiándosela le da por hacer más uso de ella. ¿Quién sabe?
Para mi hija, ese maravilloso libro de principios titulado: “El orden de factores es: Madre-Esposa-Trabajadora”.Ya se que ella lo tiene claro y actúa en consecuencia, pero es por si alguna vez flaquea, que le sirva de recordatorio.
Al yerno, por favor, otro manual del “Aprender a usar lavadoras, lavavajillas y plancha, sin morir en el intento”. Dice que el que le dejasteis el año pasado se le perdió en seguida.
A mi cuñada le traéis otra vez (en versión actualizada), el folletito enmarcado para mesilla, aquél que dice no preguntar más veces “¿estás con tu hermano?”. (Y para mi cuñado, otro de lo mismo, en versión “es que tu hermana se las trae”).
A la nieta, por favor, un desviador (al limbo) de llamadas telefónicas de amiguitas (¡este es el regalo más necesario!).
Al perro, un collar nuevo. Creo sinceramente que se lo merece el pobre. Hay que ver las lecciones de obediencia y mansedumbre que nos da. ¡Ah, si los humanos fuéramos como él; mejor nos iría!…
Y por último y para mí, pues lo de todos los años: que mi Atleti (ya sabéis, “me mata, me da la vida”) me de menos de aquella y más de ésta, para poder seguir un año más con mis cigarritos y cañitas…
¡Muchas gracias por adelantado y hasta el año que viene!
