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Santos Inocentes

El 28 de Diciembre es la fecha señalada en el calendario que nos trae a la memoria aquél terrible acontecimiento en que un Rey déspota (Herodes), viendo peligrar su reinado, manda asesinar a todos los menores de dos años. Así, a lo bestia.


La cuestión es: ¿han cambiado mucho las cosas en nuestro presente respecto al derecho a la vida que los recién nacidos tienen?. Pienso que no tanto. Y me explico.


En base a un, podríamos llamar, movimiento mundial pro-aborto, a esas inocentes criaturas que incluso no han llegado a nacer siquiera, se les priva impunemente de ese primer y elemental DERECHO: a nacer. Pero la cosa no acaba ahí. También se aspira a adoctrinarles (a los peques) en su formación en valores. Lo que desde ciertos puntos de vista se viene a denominar “Educación para la ciudadanía”: Ciudadanos con arreglo a un cliché predeterminado respecto a los valores y la ética. Nada de libertad. Todos por el  mismo camino, lleno de rimbombantes títulos: fraternidad, responsabilidad, autenticidad, etc. (curiosamente todos terminados en D, aunque también pronunciables en Z. Qué casualidad…).


Y sigue el relato. La violencia no conoce límites. Y se ha metido también en las aulas. La violencia escolar es otra lacra más de nuestra infancia. Pero claro, aquí nadie se preocupa de controlar películas, series televisivas, publicaciones, etc., donde lo que prima y se valora es al “más fuerte”: al que más mata, al que más músculo enseña (ideología del Pilates, le llamo yo…). De ahí el éxito de gimnasios, pesas y demás actividades tendentes al desarrollo del músculo por el músculo (aunque el cerebro se atrofie en su desarrollo). No importa. Lo que importa es la fachada…


También, por desgracia, la explotación laboral de la infancia es moneda de cambio y no solamente en lejanos y tercermundistas países. Incluida la explotación salvaje a que son muchos sometidos en su práctica deportiva, ansiosos sus padres de que lleguen a ser Raules ó Rafaeles Nadales, a costa de lo que sea, abandono de estudios incluidos.


Todo el  mundo habla y no acaba de los Derechos del Niño. Pero no se ve en ningún programa de ningún partido político la más mínima alusión a la infancia. Incluso la tan cacareada Ley de Dependencia no los tiene en cuenta. Vamos, que son autónomos por lo visto ¡desde que nacen!. No dependen de nadie…


Estas y otras parecidas reflexiones nos deben, creo yo, llevar a reconsiderar en  esta señalada fecha conmemorativa de los Santos Inocentes si realmente hemos avanzado socialmente respecto al escandaloso comportamiento de aquel impresentable Rey judío: ¿o seguimos viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio?…

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